¡QUIEN POSEE LIBERTAD INTERIOR!
¿Cuántas veces hemos actuado como robot
para hacer cosas que otros nos dicen que hagamos, aun en contra de nuestra voluntad?
¿Cuántas veces nos hemos sentido frustrados al decidir hacer algo que deseamos…
pero acabamos haciendo lo que nos impone la profecía social (moda, dictadura de
la común opinión, porque "todo el mundo lo hace", etc.)?
Cuando
actuamos por convicción, sabemos que lo que hacemos es bueno para nosotros, por
lo que no nos afecta si los demás lo aprueban o no. Actuar
en contra de lo que nos dicta la conciencia es contrariarse a sí mismo, debido a que la conciencia es “eco de la voz de Dios”. Por tanto, no es lícito
actuar en contra de la propia conciencia.
No obstante, se podrá preguntar ¿qué
pasa si la conciencia es sinceramente errónea? . El P. Jorge Loring, en su libro “Para Salvarte”
echa luz sobre esta duda y dice: “Conviene
instruirse bien de lo que es pecado y de lo que no lo es, pues si creo que algo
es pecado grave -aunque de suyo no lo sea- y a pesar de eso lo hago
voluntariamente, cometo un pecado grave….
La formación de la
conciencia es una grave obligación moral: el hombre está obligado a formar una
conciencia recta. En caso contrario, se hace responsable de todas sus faltas,
aun las cometidas con ignorancia. Una conciencia equivocada es
culpable si se debe a despreocupación por conocer la verdad y el bien….
La conciencia errónea plantea hoy serios problemas (…)
debido a que no es fácil discernir cuándo alguien está en ignorancia culpable,
o simplemente se debe a que ha sido instruido en tales errores.
En este caso, una acción mala no será pecado
si al hacerla, yo no sé que es pecado...
Una acción lícita y permitida será pecado, si al hacerla creo erróneamente que es pecado y la hago libremente. El pecado será grave, si al hacerlo yo lo tenía por grave, aunque de suyo la materia no sea grave. El pecado será leve, si al hacerlo yo lo tenía por venial, aunque después me entere que la materia fue grave...
Lo que Dios castiga es la mala voluntad que tenemos al hacer una cosa, no los errores involuntarios. Pero debemos procurar tener bien formada la conciencia. Quien duda de si está en la verdad, ha de poner los medios para salir de esa situación. La conciencia es la norma subjetiva próxima del actuar. Es decir, que en la determinación última, la conciencia decide".
Así las cosas, hagamos lo que con convicción creemos... es correcto, sin importar las opiniones de los demás, aunque se trate del entorno familiar o de personas poderosas. El Señor Jesús hizo milagro el día sábado, acusándole que no haya respetado el día de reposo. Para Cristo era más valioso hacer el bien que respetar las leyes de ese pueblo. (cfr. Lc 14, 1-6)
San Pablo
decía: “Dichoso aquel que no se juzga culpable al decidirse” (cfr. Rom. 14,22)
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