Se le atribuye a
John Lennon esta frase. “Vivimos en un mundo
donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.” Pero, ¿entendemos
en su cabal significado el término amor?
La palabra amor – dice C. Díaz - se
emplea generalmente para todo y para cualquier cosa, con muy diferentes
sentidos. Por ello, podemos analizarla desde dos puntos importantes: el amor
de deseo y el amor de caridad. ¿Cuál es la diferencia
entre estos amores?
1. El amor de deseo: Si el amor es
la satisfacción o el placer del que ama, se habla, de deseo “eros”. Se
trata de un amor interesado, no pocas veces egoísta, que puede reducirse a la
sola autocomplacencia. En décadas pasadas, el varón solicitaba a la novia la
famosa “prueba de amor”, que no era otra cosa sino la obtención del favor
sexual.
Este amor no busca el bien de la persona
amada, sino más bien, del que no ama aunque dice amar, porque no pocas
veces la persona “amada” se siente poseída, instrumentada. En realidad,
quien así ama, sólo se ama a sí mismo a través de su propio placer. En este
sentido, el “amor” es prostituido porque se lo confunde con el placer físico.
Puede ser este uno de los motivos, una
explicación del fracaso de numerosos matrimonios, que se sintieron físicamente
atraídos, pero nunca se amaron de
verdad.
2. El amor verdadero: Este busca el
bien de la persona amada; es éste el amor llamado de “caridad”. Alguien que se
dona al otro, aunque ya no pueda proporcionarle placer físico (por alguna
enfermedad o deficiencia). El amor verdadero resulta ser un “interés”
desinteresado, donde el interés radica en que el “otro” se sienta bien,
mediante mi ayuda. Este amor de caridad (ágape) es el que Jesucristo nos
entregó, aceptando sufrir lo indecible y morir por todos y cada uno de los
hombres.
Ocurre que el problema del amor consiste
en ser amado y no en amar – dice E. Fromm. Y para alcanzar ese objetivo,
no pocos hombres, transitan diferentes caminos, como la búsqueda del éxito, el
poder y la fama, el traje, la corbata, el auto… Muchas mujeres se esmeran en ser atractivas por
medio del cuidado del cuerpo, la ropa y cierta dosis de popularidad,
(modelitos, conejitas y madrinitas que aparecen aquí y allá).
Así las cosas, el amor no es el
resultado de la satisfacción sexual, ni es hijo del placer sexual, ni del uso
de “técnicas sexuales” adecuadas.
El amor prostituido. En estos tiempos
posmodernos, donde todo se ha relativizado y convertido en light, el “morirse”
por un amor es casi rutinario. Ahora los jóvenes y niños, incluso, frecuentan
el amor físico con tanta facilidad y precocidad, considerando la función
amatoria como un juego placentero (puro
acto perruno, como lo definiría un
colega). Hoy,
amar
es sinónimo de fornicar. Y quien hoy no “fornica”, es alguien “ridículo,
perimido y medievalesco”.
Hacer el amor no necesariamente implica tener
relaciones sexuales, y, tener sexo, por más bueno que sea, no es
forzosamente compartir un acto de amor, asegura Elliot D. Cohen,
sicólogo y director ejecutivo de National Philosophical Counseling
Association (NPCA).
El sexo es una cosa y el amor es otra. Si bien es cierto que pueden venir
juntos, a veces no es así. No necesariamente la sexualidad viene con el amor. No
necesariamente el amor conlleva sexualidad. Así como alguna vez dije que el
amor tenía que ver con el sentimiento puro y no hacía falta incluir el
deseo sexual, digo en esta oportunidad que el sexo no necesita incluir al
amor para ser verdadero. (cfr. Extracto del
libro: El Camino del Encuentro- Jorge
Bucay)
Pregunto: El hecho de que la violencia, el crimen y todo tipo de desorden que se practica a plena luz del día, ¿justifica que vivamos una sociedad sodomítica-gorromina? Quien pueda entender…que lo entienda…
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