martes, 5 de julio de 2016

SOBERBIA Y PETULANCIA

¡MALDAD  O  IGNORANCIA?

Dice el P. Ignacio Larrañaga acerca del orgullo: "A la mayoría de las personas no les interesa lo que se es sino “COMO ME VEN, la imagen más que la realidad. Y así, el hombre de la sociedad se lanza a participar en la carrera de las apariencias, típico juego de quién causa mejor impresión.

El mundo es un inmenso estadio en el que el orgullo de la vida juega el gran combate de etiquetas, formas sociales, exhibiciones económicas para competir por la imagen social; combate en el que a los hombres no les interesa ser, sino tener y aparecer. La mayoría de las tristezas del hombre nacen a causa de esa imagen que quiere proyectar a los demás.

Su imagen está tan identificada con su persona que si su imagen se ve amenazada sienten una verdadera angustia, porque muerta su imagen, ellos tendrán la sensación de haber muerto. 

Muchas almas están “orgullosas” de la profesión ejercida. Razón no han de faltar. Largos años de estudio, privaciones y sinsabores no son para menos. Y nada digamos de la erogación económica que la culminación de una carrera supone.

Pero, ¿justifica comportarse de manera tóxica por los argumentos expuestos? ¡Cuántos profesionales – de todo tipo, color y pelaje – son soberbios con actitudes repelentes en las relaciones personales? El soberbio y petulante es aquel que tiene una imagen de grandeza de sí mismo y mira a los demás desde un aparente plano de superioridad que es totalmente artificial.

Esta lamentable galería puebla gran universo de personas: ingenieros, contadores, profesores, funcionarios públicos, políticos, periodistas, etc, que se creen el centro del universo: Te dan su tarjeta personal y se deshacen en ofrecimientos: “cuando quieras me llamás, para eso estamos, bla, bla, bla” pero, no atienden tu llamada…cuando más caritativos se muestran, es que te hacen decir cualquier cosa por otros...finalmente, ¡nunca están!...

Las personas soberbias son aquellas que se creen centro y culmen del mundo y tratan a los demás como si estuvieran obligados a satisfacer sus demandas. Naturalmente, los soberbios nunca piden perdón. Un cargo público circunstancial, estar frente a un micrófono o a una pantalla de tv, no es motivo para engordar el estúpido e incontenible narcisismo que ataca al pobre petulante paria emocional.

Las personas soberbias rivalizan constantemente con los demás, sobre todo, con aquellos que consideran una amenaza a su supuesto brillo personal. Esta rivalidad constante produce una tensión interna en las relaciones que no fluyen de forma natural. Muchas personas no se sienten capaces de ser “ellas mismas” cuando están cerca de alguien.

Estudios revelan que los narcisistas no aparecen mucho por las consultas pero sí, están  apuradísimos y por “aparecer” en la vida pública, sobre todo en los medios de comunicación. Todos podremos pensar en artistas, cantantes, actores, intelectuales, periodistas o presentadores de televisión, por ejemplo, a los que se les ha subido el ego a niveles excesivos. Estos terrícolas sufren de ombligocentrismo, es decir, se consideran gerentes generales del universo….ombligos del mundo

El petulante y soberbio narcisista está plenamente convencido que es mejor y superior que otras personas, incluso de la mayoría. El narcisista no ve a nadie por encima de sí mismo, sí, ve a muchísimos por debajo de él. 

Así las cosas, este tipo de persona, en palabras de aquel profesor, “creen ser y estar en la cresta de las olas, y no advierten que, apenas son sucia espuma a la vera del mar”. Quien pueda entender… que lo entienda..... 


No hay comentarios:

Publicar un comentario