¡MALDAD O
IGNORANCIA?
Dice el P. Ignacio Larrañaga acerca del
orgullo: "A la mayoría de las personas no les interesa lo que se es sino “COMO ME VEN”, la imagen más que la
realidad. Y así, el hombre de la sociedad se lanza a
participar en la carrera de las apariencias, típico juego de quién causa
mejor impresión.
El mundo es un inmenso estadio en el que
el orgullo de la vida juega el gran combate de etiquetas, formas
sociales, exhibiciones económicas para competir por la imagen social; combate
en el que a los hombres no les interesa ser, sino tener y aparecer. La
mayoría de las tristezas del hombre nacen a causa de esa imagen que quiere
proyectar a los demás.
Su imagen está tan identificada con su
persona que si su imagen se ve amenazada sienten una verdadera angustia, porque
muerta su imagen, ellos tendrán la sensación de haber muerto.
Muchas almas están “orgullosas” de la profesión
ejercida. Razón no han de faltar. Largos años de estudio, privaciones y
sinsabores no son para menos. Y nada digamos de la erogación económica que la
culminación de una carrera supone.
Pero, ¿justifica comportarse
de manera tóxica por los argumentos expuestos? ¡Cuántos profesionales – de todo
tipo, color y pelaje – son soberbios con actitudes repelentes en las relaciones
personales? El soberbio y petulante es aquel que tiene una imagen de grandeza
de sí mismo y mira a los demás desde un aparente plano de superioridad que es
totalmente artificial.
Esta lamentable galería
puebla gran universo de personas: ingenieros, contadores, profesores,
funcionarios públicos, políticos, periodistas, etc, que se creen el centro del
universo: Te dan su tarjeta personal y se deshacen en ofrecimientos: “cuando
quieras me llamás, para eso estamos, bla, bla, bla” pero, no atienden
tu llamada…cuando más caritativos se muestran, es que te hacen decir cualquier
cosa por otros...finalmente, ¡nunca están!...
Las personas soberbias son
aquellas que se creen centro y culmen del mundo y tratan a los demás como si
estuvieran obligados a satisfacer sus demandas. Naturalmente, los soberbios
nunca piden perdón. Un cargo público circunstancial, estar frente a un
micrófono o a una pantalla de tv, no es motivo para engordar el estúpido e
incontenible narcisismo que ataca al pobre petulante paria emocional.
Las personas soberbias rivalizan
constantemente con los demás, sobre todo, con aquellos que consideran una
amenaza a su supuesto brillo personal. Esta rivalidad constante produce una
tensión interna en las relaciones que no fluyen de forma natural. Muchas
personas no se sienten capaces de ser “ellas mismas” cuando están cerca de
alguien.
Estudios revelan que los narcisistas no aparecen mucho por las consultas pero sí, están apuradísimos y por “aparecer” en la vida pública, sobre todo en los medios de comunicación. Todos podremos pensar en artistas, cantantes, actores, intelectuales, periodistas o presentadores de televisión, por ejemplo, a los que se les ha subido el ego a niveles excesivos. Estos terrícolas sufren de ombligocentrismo, es decir, se consideran gerentes generales del universo….ombligos del mundo.
El petulante y soberbio narcisista está plenamente
convencido que es mejor y superior que otras personas, incluso de la mayoría.
El narcisista no ve a nadie por encima de sí mismo, sí, ve a muchísimos por
debajo de él.
Así las cosas, este tipo de persona, en palabras de aquel profesor, “creen ser y estar en la cresta de las olas, y no advierten que, apenas son sucia espuma a la vera del mar”. Quien pueda entender… que lo entienda.....
Así las cosas, este tipo de persona, en palabras de aquel profesor, “creen ser y estar en la cresta de las olas, y no advierten que, apenas son sucia espuma a la vera del mar”. Quien pueda entender… que lo entienda.....
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