¡¡¡PARA TODA LA ETERNIDAD!!!
Dice el padre Jorge Loring: Vamos a dedicar este rato a hablar de dos temas, de los cuales hoy se habla muy poco. Sin embargo, los dos son dogmas de fe. Voy a hablar del cielo y del infierno. El título de esta conferencia es: «EI cielo: la felicidad de amar»; y «El infierno: el fracaso definitivo».
Primero. El
cielo, la felicidad de amar. Porque eso es el cielo. Está bien dicho. El
conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Yo preguntaba:
¿En el cielo hay bicicletas? - Porque yo, a mi edad, ¿cómo podía ser feliz en el cielo si no tengo bicicleta? Si para mí lo mejor del mundo era la bicicleta. Porque si no hay bicicletas, yo en el cielo no podía ser feliz. Y a mí me decían: Sí hombre, sí; allí tendrás todo lo que quieras. Ahora comprendo que en cielo no hay bicicletas. Ni falta que hace. Sin embargo, seremos felices en el cielo.
Y, ¿en qué consiste esta suprema, máxima, saciativa, insuperable felicidad en el cielo? En el amor. Pero no en el amor físico, que es el que se propagandea aquí en la tierra. Aquí en la tierra las películas, las novelas, la televisión a todas horas, ¿cómo expresan la felicidad? En la cama. Como si eso fuera la suprema felicidad del hombre. ¡Qué equivocación. El amor físico, el sexo, no es la felicidad del hombre. Si eso fuera así, las personas más felices del mundo serían las prostitutas. Y es evidente que la prostituta no es una mujer feliz.
¿Cómo se llaman los libros que hablan de la prostitución? «La esclavitud de la mujer»; «Las esclavas del siglo XX». Decía una carta de una prostituta que apareció asesinada en la carretera de Barajas, en Madrid: «Me asquea mi profesión. Estoy deseando dejar esto».
Es curioso que ellas llaman descanso, al día que no se acuestan con nadie. Éste es su día de descanso. No acostarse con nadie. No señor. Se puede ser muy feliz sin vida sexual. Con tal que haya amor. ¿Qué hace feliz al hombre? El amor.
Me acuerdo que un día de San Valentín, salieron en la tele dos vejetes. Ellos se amaban con delirio. Y a esa edad, ¡qué vida sexual, ni qué belleza! Nada. Pero felices los dos vejetes. De vida sexual, cero. De belleza, cero. Pero se amaban. ¡Felices los dos!
Hemos visto
matrimonios que lo tienen todo: dinero, belleza, prestigio social, comodidad.
Lo tienen todo, pero les falta amor. Y su vida es un infierno. Ni las joyas, ni
el lujo, ni el placer, ni las distracciones, nada les va a dar la felicidad, si
no hay amor. Como no haya amor, ese matrimonio es un infierno
También
conocemos muchos matrimonios que viven a lo justo y son felices. Pero si viven
a lo justo, y se aman, son felices. Te dicen: No queremos más. No necesitamos
nada. Con lo que tenemos nos basta. Viven a lo justo. Pero tienen amor.
Por lo tanto,
digo, lo más grande de la vida, lo que hace más feliz a los hombres es el amor
espiritual. Es la suprema felicidad de la tierra. Y eso es para toda la
eternidad. Que es condición indispensable para ser feliz. Dicha que se acaba,
no puede hacerte feliz. Sólo el temor de que se acabe te entristece. Para que
una cosa te haga feliz tiene que ser eterna. El amor del cielo es eterno.
Si a un preso le
dan una hora de libertad, eso no le hace feliz, porque sabe que le va a durar
muy poco. Si a un ciego le dan una hora de visión, eso no le hace feliz, porque
sabe que dentro de una hora va a estar ciego de nuevo. Gozará un poquito,
gozará una hora, pero el ciego lo que quiere es que la visión le dura toda la
vida.
Esa es la maravillosa
felicidad de la gloria. Amar a Dios, lo más digno de amor que podemos concebir,
y sentir el amor de la persona que más me ama. Y esto para siempre. Esta
felicidad de amar eternamente, eso es el cielo.
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