domingo, 31 de julio de 2016

EL INFIERNO…

¡¡¡PARA TODA LA ETERNIDAD!!!


Continúa diciendo el padre Loring: ¿Qué es el infierno? El infierno es el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno. Eso es el infierno. Vamos ahora a explicar en qué consiste esto. Ya dije antes que el infierno es dogma de fe. Está definido en el Concilio Lateranense IV. Digo esto porque lo que es dogma de fe no depende de las opiniones de los hombres. Me indigna que la tele haga sobre esto una encuesta en la calle.

¿Usted cree en el infierno? Yo no. Pues ya ven ustedes. Esto del infierno debe ser mentira, porque en la calle se opina que no hay infierno.

No se trata de eso. La existencia del infierno no depende de lo que diga, ni de lo que crea la calle. Pero lo que opine la gente de la calle no cambia la realidad de las cosas. El infierno existe porque es dogma de fe. Porque lo ha revelado Cristo-Dios, que es el que lo sabe. Y las cosas son verdad por lo que opina el que entiende, no según lo que opine la calle. Si a ti te duele el abdomen, ¿vas a preguntar en la calle?

Porque la verdad es lo que dice el que sabe, no lo que dice el que no sabe, aunque sea multitud. Puede ser que sean más los que no saben y sean menos los que saben. Pero la verdad no cambia por el número de opiniones. Si Cristo-Dios, en el Evangelio, quince veces te dice que hay infierno, hay infierno eterno. Es inútil que los hombres lo ignoren. Eso no sirve de nada.

Sin embargo a nadie le gusta que le hablen del infierno. A mí me parece esto una barbaridad. Yo por eso hablo del infierno siempre que tengo ocasión. Hay que hablar del infierno. Si es verdad, ¿cómo nos vamos a callar una cosa que es verdad? ¿Para qué la gente vaya engañada a la muerte, y se encuentre después con la sorpresa? Vamos a hablar de lo que es una realidad.

Como a la gente no le gustan los avisos pesimistas, no ponemos nada, no ponemos el aviso. ¿Y con esto ayudas a la gente? Estás perjudicando a la gente por no avisar del peligro que hay. Lo mismo el infierno. ¡Si es verdad! ¡Si el infierno no desaparece porque nosotros dejemos de hablar de él! ¡Si sigue igual! Porque Cristo-Dios lo ha dicho. Pues lo lógico, lo prudente es pensar en el infierno. Porque es una realidad. Como el estudiante que dice:

Bueno padre, es que a mí no me cabe en la cabeza que haya un infierno eterno. Si Dios es bueno, ¿cómo me va a condenar a un infierno eterno? No, eso yo no me lo puedo creer (…)
Hay muchas cosas que son verdad y no caben en tu cabeza. Lo que pasa es que tienes una cabecita muy pequeña, y en tu cabecita de pulga caben muy pocas cosas. Pero las cosas no dejan de ser verdad porque no quepan en tu cabeza.

Yo acepto que una persona me diga que no comprende el infierno. Esto es perfectamente lógico dada la pequeñez de nuestro entendimiento. Hay cosas que no acertamos a comprender. Lógico. Pero que uno diga: “Eso no es verdad porque yo no lo entiendo”… Eso es ridículo. Por tanto, el infierno existe y es verdad, porque lo dice Cristo. Que yo crea o no, lo entienda o no, lo acepte o no, está de más. Las cosas son así porque lo ha dicho Cristo-Dios. Punto.

El condenado es un hombre desesperado. Como dice el Evangelio es un rechinar de dientes de rabia. ¿Cuál es la rabia del condenado? «Por mi culpa estoy aquí. Pude salvarme y no quise. Tuve en mis manos la salvación y no quise. Y por mi culpa estoy aquí para siempre». Esto le debe dar una rabia, una desesperación...

Porque nadie se condena si no quiere. Porque nadie se condena si no peca. Y nadie peca sin querer. El que peca es porque quiere, y por tanto si se condena ha elegido él el infierno pecando voluntariamente.  ¿Qué vida llevo yo? ¿Voy camino del cielo o del infierno?

Por lo tanto, lo sensato, lo razonable, es que yo me examine. ¿Qué vida llevo yo en la Tierra? ¿Voy camino del cielo o voy camino del infierno? Y si voy camino del infierno, a rectificar. Todavía puedo rectificar. Después de la muerte se acabó. Después de la muerte ya no hay solución.

Infierno eterno: dogma de fe que Dios ha profetizado a aquellos que mueren en pecado mortal. Pues quiera Dios que estas palabras hayan sido útiles para vuestra salvación eterna. (Conferencia del P. Jorge Loring).

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