¿VALE LA PENA OCUPARSE DEL CASO?.... “NO y SÍ”
En referencia a la pregunta sobre cuáles
son nuestros objetivos en la vida acostumbramos a responder, en primer lugar,
el deseo de ser feliz. La felicidad es
y ha sido la principal preocupación y el principal objetivo de hombres y
mujeres de cualquier raza, lugar o religión.
Aquel dicho reza: “la felicidad no es más que hacer aquello que se quiere
hacer y querer hacer aquello que se hace”. Pero, muchas personas “felices”
por hacer lo que quieren, no son exitosas,
no les va bien en su economía, ni gozan de gran prestigio o reconocimiento personal.
Infobae, siempre nos trae curiosidades. Esta vez: “El artista Aaron Chervenak
manejó de Los Ángeles a Las Vegas, para llevar el amor por su smartphone a un
nivel superior, al casarse con él” (…). Y sí, en caso de que se lo estuvieran
preguntando, incluso le puso un anillo”.
“El 20 de mayo, Aarón se puso el
smoking, tomó su teléfono y se dirigió a la capilla The Little en Las Vegas,
para casarse. La ceremonia de la boda fue pequeña pero muy emocionante, y podía
verse que el novio estaba un poco nervioso al pronunciar su discurso y poner el
anillo en el teléfono. “Lo que espero lograr con mi boda es que
funcione como un gesto simbólico para mostrar lo preciado que se han
vuelto nuestros teléfonos", concluye Chevernak.
Según el estudio, realizado con ayuda de
la firma Kaspersky Lab, el
37,4% respondió que su celular tenía un papel predominante en su vida
social en relación con sus amigos. Un 29,4% dijo que su teléfono era tan importante como sus padres. Mientras que un 21,2% equiparó su martphone
a su pareja y un 16,7% lo consideró lo más importante de su vida.
¿Vale la pena
ocuparse de tamaña tontería? No y Sí. Veamos:
a) NO:
porque sencillamente, el episodio aludido es bestiario sometimiento a la irracionalidad.
Nunca será razonable, ni por izquierda
ni por derecha, ni por arriba ni abajo, rendir culto a tan elevado desatino.
Matrimonio viene
del latín matrimonium, la cual proviene de matrem (madre) y monium (calidad de). Matrimonio se
da solo entre un hombre y una mujer.
b) SÍ: porque al utilizar correctamente el
cerebro, nos negaríamos atropellar a la inteligencia: “Un estudio realizado por Kaspersky encontró que una cuarta parte de las
personas considera su teléfono tanto o más importante que sus padres. Para
muchos de nosotros, es lo último con lo que nos relacionamos antes de dormir,
y lo primero que comprobamos al despertar. Está con nosotros las 24 horas del
día, los 365 días del año”. ¿Qué decir?
“Buscamos en él
consuelo, nos calma, nos pone a dormir, alivia nuestra mente, y para mí, eso es
también lo que debe tener una relación”, dijo Aaron Chervenak. “Por lo tanto,
en cierto sentido, mi smartphone ha sido mi relación más larga. Es
por eso que decidí probar cómo era casarse con un teléfono”. ¡Sin comentarios!
En su concepción del
posmodernismo, Habermas (uno
de los filósofos y sociólogos más importantes de la actualidad) dice
entre otras cosas: “Los pre-modernistas evitan
la cultura de la modernidad; observan con tristeza la caída de la razón
sustantiva, el predominio de la racionalidad procedimental, y la disgregación
entre ciencia, moralidad y arte”.
Todo hombre ha recibido inteligencia,
libertad y voluntad, capacidad de discernir lo bueno que debe hacer y lo malo que
ha de evitar. Cuando el yo quiero prima en la conducta, produce oscurecimiento de la razón, fracturando la voluntad, por hábitos
de comportamiento antinaturales.
La ley natural está inscrita en el interior
del hombre. La inteligencia ha de discernir los caminos de lo bueno y
moralmente agradable a seguir para gobernar nuestras acciones, en pos de una
vida feliz, plenamente realizada.
Dice Benedicto XVI: “La verdadera
garantía ofrecida a cada uno
para vivir libre y respetado en su dignidad”; y el peligro de que la mayoría se
convierta en la fuente última de la ley civil, pues la historia demuestra con
gran claridad que las mayorías
pueden equivocarse”.
Luego: Si alguno antepone
la razón a sus insanos deseos y caprichos, entonces vale la pena ocuparse de este
grandioso Vyroreí.
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