martes, 5 de enero de 2016

¡INGRATITUD…..INGRATITUD!

¿POR  QUÉ  ES  DOLOROSA?

¿Qué es la ingratitud?. El diccionario define como “falta de agradecimiento hacia una  persona que ha hecho un favor, un servicio o un bien”.  La ingratitud, por consiguiente, es la actitud contraria al agradecimiento. Ejemplo: una persona que no valora los gestos de los demás o los detalles positivos que alguien haya podido tener hacia ella.

Desafortunadamente, la persona ingrata, olvida la ayuda recibida y será incapaz de corresponder de la misma manera que se han portado con ella. Una persona ingrata responde con indiferencia.
La ingratitud puede tener su origen en la soberbia y egoísmo, cuando no en la mala fe. El ingrato está acostumbrado a obtener siempre lo mejor para sí, entonces, le cuesta reconocer los méritos ajenos. Así las cosas, no es raro que los favores que recibe, lejos de inspirarle agradecimiento, curiosamente, le inspiran indiferencia y  hasta, rencor.

La ingratitud puede provenir también de una especie de descuido, desinterés de mediocridad espiritual. En este caso no haya mala fe, pero da pena porque produce desconsuelo en aquellos que se esmeran por hacer el bien sin obtener nunca la  más mínima voz de aliento ni el más minino signo de agradecimiento por parte nuestra.

Pero como no tenemos poder sobre el “qué dirán”, “qué pensarán de mí” o la ingratitud, lo prudente es que nos “blindemos” para protegernos de elementos nocivos que no podemos controlar. Aquí algunas sugerencias posibles, recordando que: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos… ingratos….”(2 Timoteo 3:1-2)

Porque, sin duda alguna, la ingratitud ha existido desde que el hombre apareció en la tierra; ha estado presente a través de los tiempos; pero hoy, se ha disparado como nunca lo fue antes. El hombre manifiesta un corazón ingrato o  desagradecido por medio de imágenes y formas; pueden ser imágenes o formas mentales de pensamientos, conceptos y razonamientos propios; o personas, lugares u otras cosas.

El Arzobispo Emérito de Bologna, Cardenal Giacomo Biffi, señaló que “el sufrimiento se debe afrontar con una confidente y apasionada búsqueda de Dios en la oración”. Al recordar la importancia del Jueves Santo, precisó que la Eucaristía es esencialmente una memoria capaz, de rememorar dos milenios de historia de la humanidad, muchas veces perdida y descuidada, para colocar al Hijo del Creador entre las manos de sus criaturas.

Tengamos siempre presente: No importa cuál es nuestra condición o situación en este mismo momento... “Podría ser peor”, que hay gente en peores condiciones. Pensemos en la tremenda ingratitud del Hijo pródigo,. Lo importante es que aquí estamos, y tenemos a Jesús y la salvación de nuestra alma; no tenemos que ir al infierno porque el otro me hiere con su ingratitud.  Mejor no depender del “humor” ajeno. Eso es ¡libertad!

Particularmente, estoy convencido de que es mejor no esperar nada de nadie. (no digo que no deseo, pero eso depende del otro, no de mi voluntad). Así las cosas, si soy víctima de ingratitud, estaré protegido… me dolerá menos o no me dolerá. Es cuestión de convicción y hábito.

Otro pensamiento que protector de la ingratitud: No esperes que la persona a la que ayudas te ayude. No esperes que la persona que amas te amé. No esperes que la persona a la que cuidas te cuide. No esperas nada de quien amas, porque cuando no recibas lo mismo te dolerá aún más. No esperes nada de nadie. No esperes retribución por tu buen gesto. Ya Dios toma en cuenta tus acciones., ¡Y eso es lo que cuenta! Recuerda que:

La ingratitud es madre de muchos vicios. Un corazón agradecido no murmura, no critica ni rezonga. Un corazón agradecido no teme, confía y está en paz con Dios. La gratitud genera sentimientos de paz. La gratitud no se toma atribuciones que no le corresponde. La gratitud no habla mal de los demás.
      ¡Qué la Epifanía del Señor nos traiga un corazón agradecido….de paz y amor!

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