sábado, 15 de agosto de 2015

VALIENTE NIÑA PARAGUAYA DE 11 AÑOS

¡¡HA  GANADO  A  LA MUERTE!!


El 13 agosto 2015 se registró un acto heroico, el derecho a la vida ha ganado la batalla. El caso de la niña paraguaya movilizó a organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional. La niña cumplió 11 años en mayo - presuntamente violada y embarazada por su padrastro - dio a luz en un hospital de Asunción.

Tanto la niña como la bebé, de 3,5 kilos, se encuentran en perfecto estado de salud y se espera que puedan marchar a casa en unos tres días, aseguró a la agencia de noticias EFE, Elizabeth Torales, abogada de la madre de la menor.

El embarazo de la niña generó un gran debate tanto fuera como dentro de Paraguay, donde las leyes sólo permiten el aborto en el caso de que haya peligro de muerte para la madre y tras una recomendación médica. La madre había pedido que se realizara un aborto "para salvarle la vida" a su hija, pero las autoridades lo negaron. Para presionar a las autoridades, Amnistía Internacional (AI) lanzó la campaña Niña En Peligro.

Nunca es lícito terminar con una vida inocente. Lo que si puede ser moralmente aceptable es el tratamiento de un problema médico, aunque su resultado secundario fuera la muerte del feto, pero siempre y cuando el aborto no sea el fin en sí mismoY en el caso del aborto se trata de la vida en su mayor estado de inocencia. ¿Cómo puede alguien siquiera plantearse que la solución a un problema, por más grave pueda ser, se encuentre en matar a un indefenso?

Traigo a colación las enseñanzas del P. Jorge Loring: La crueldad de una madre matando a su hijo no tiene parangón. Ese hijo es la persona que más la va a querer. Ningún hijo haría lo mismo con su madre. Si alguno lo hiciera diríamos que es un monstruo. ¿Qué calificativo merecen las madres abortistas? El que en algunas naciones el aborto no esté penalizado por la ley, no lo convierte en moral.

Y si se trata de un embarazo por violación? La situación de una muchacha embarazada por violación es triste, pero esto no justifica el aborto. ¿Qué culpa tiene el hijo? ¿Por qué se le va a condenar a muerte a él? Si hay que castigar a alguien, es al violador. No va el hijo a pagar con su vida la culpa de su padre.

La honra de la madre no justifica el derecho a matar a su hijo. Si es un hijo no deseado, que lo entregue en adopción, pero matarlo es un crimen. Eso de que la madre puede disponer de la vida de su hijo es una monstruosidad. La madre tiene obligación de que su hijo viva, y si es culpable de su muerte, nadie le quitará ese remordimiento. El aborto puede quedar impune ante la ley, pero no ante la conciencia; el remordimiento no la dejará dormir tranquila.

Es curioso; muchos ecologistas son abortistas. Defienden a las plantitas y a los pajaritos, y no les importa asesinar seres humanos. Un párroco de La Rioja fue multado por retirar de la torre de su iglesia unos huevos de cigüeña; pero no se castiga a la madre que mata a su hijo. Y es como decía monseñor Bira, “el feto humano no es especie protegida”.

¿Es que, el que destruye vidas humanas inocentes en el seno de su madre, es menos asesino que el terrorista que pone un “coche bomba”? ¿Qué dirían los políticos que defienden el aborto por “angustias” de la madre, si nos negáramos a pagar tributos exagerados por las “angustias” que esto nos produce?.

Si se permite quitar la vida de un ser humano inocente, ¿qué otra cosa más grave se puede a prohibir? Defender el aborto criminal como un derecho de la mujer, es como defender la libertad del asesino para matar, y olvidarse del derecho que tiene la víctima a vivir.

¿Qué podemos esperar de una sociedad que permite asesinar a niños no nacidos, por egoísmo de los mayores? ¿Qué valores van a respetar los que no respetan el derecho a vivir de sus hijos inocentes? ¿Qué sentido tiene hablar de derechos humanos y negar el derecho a vivir a seres inocentes? 

Por lo ocurrido con Mainumby -alias que le pusieron a la niña para preservar su identidad - considero gran triunfo y verdadero regalo a los niños en su día y a nuestra sufrida patria guaraní. 




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