lunes, 24 de agosto de 2015

FAMILIA HOY: ¡EDUCAR..! (I)

¡QUIÉN  Y  CÓMO  LO HARÁ?


Mucha tinta ha corrido sobre la Familia. El tema hoy es espinoso por dos motivos de peso:

1º)  Familia, ¿conjunto de extraños individuos de vínculos efímeros que viven bajo un techo?; y,
2º) ¿Familia tradicional –las que restan -, ¿qué valores maneja?

La familia es el primer hábitat natural del ser humano: “El humano necesita no solo una morada donde vivir (puede hacerlo en cualquier otro sitio), pero y sobre todo, necesita un hogar donde se sienta acogido y comprendido. Fuera de él las relaciones se hacen superficiales y susceptibles de rechazos e incomprensiones. El hogar debe ser para el hombre un espacio de libertad. (cfr. Discurso R.Texier UCAP - Agosto 2010)

¿Quién hará la titánica tarea? si los miembros están desestructurados? Hace falta un método para educar, una huella a seguir y capacidad para humanizar, es decir, capacidad de educar la razón y la libertad, de modo que pueda construir una humanidad menos tecnita y  más humana. La familia es la institución primera y fundamental; es un el segundo "útero" que termina de gestar la identidad social del ser humano.

La familia hace sociedad. Observando el núcleo social, advertimos que – en general - la familia está in-firmis (enferma), no firme en el ámbito moral y cristiano. En la sociedad consumista impera el individualismo y el anonimato, la despersonalización del ser humano es reducido a sus necesidades personales, es decir, al desear por sobre el necesitar. Entonces, ¿Constituye la familia actual centro y corazón de la civilización del amor?. 

El imperativo categórico es ser feliz. La felicidad de las personas guarda relación con el amor familiar. Por ello, muchos de los sufrimientos que marcan la vida de tantos hombres y mujeres hoy tienen que ver con expectativas frustradas en el ámbito del matrimonio y de la familia. Se afirma que la familia es la base y sostén de la sociedad. La familia, por consiguiente, compone y descompone la tarima social (y las redes sociales). Todo lo dicho hasta aquí es harto sabido.

EDUCAR, ¿EN QUÉ?  (Educar  significa metamorfosis –cambio- de conducta, más que instruir):
1. Metamorfosis en la libertad ante los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero en medio de una sociedad agresivamente consumista.
2. La sexualidad como expresión de amor hecho entrega y servicio, frente a una sociedad que banaliza la sexualidad. Dice Juan Pablo II “La educación para el Amor como don de si mismo constituye también la premisa indispensable para los padres, llamados a ofrecer a los hijos una educación sexual clara y delicada”. ¿Estamos los padres posmodernos preparados para este gran compromiso?

EDUCAR: desde el respeto al hijo: desde la verdad; desde la exigencia comprensiva - no permisiva; desde la paciencia, (la educación es lenta siembra, la cosecha vendrá después); desde la coherencia de vida: “Mi conducta como papá grita tan fuerte que lo que digo, mis hijos no escuchan”. 

Feliz familia aquella en la que la autoridad se manifiesta como servicio. Feliz familia en donde los más fuertes o inteligentes viven sirviendo a los más necesitados, viviendo y des-viviéndose en el encuentro. Y desgraciadas familias, por el contrario, aquellas en donde ser “cabeza” de familia se cree “ombligo del mundo”, constituyéndose por añadidura, torpe cabezota, y donde la autoridad se reivindica por la vía infértil del autoritarismo.

La familia es por excelencia comunión de tiempos: indecente es abandonar a los niños a su propio destino ante la tecnología para que se distraigan porque nosotros “siempre estamos muy ocupados”. Así comienza la complicidad entre los padres y la futura delincuencia de los hijos, porque la televisión y redes sociales hoy, más que telegénica, es delicto-pornogénica, dirá el maestro Carlos Díaz.

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