sábado, 25 de abril de 2015

¡TODO ME SALE MAL!

 ¿MENTALIDAD DE AICHINJARANGA?

Conocemos personas abrumadas por los problemas que tienen o por las desgracias que les ocurren. Las vueltas que la vida nos da son inevitables. Hay situaciones que no podemos controlar, luego, lo primero que – en general – se hace es intentar encontrar a quien culpar por nuestras miserias. 

Nos advierten los especialistas que la mejor alternativa es decidir no ser la víctima. Lamentablemente, la mayoría de las personas que sufren duros golpes en la vida acaban incorporando una postura de por qué a mí, siempre a mí, pobre de mí. El síndrome del “aichinjaranga” se ha posesionado en sus vidas.

Ellas se sienten con derecho a la pena y que todos a su alrededor las compadezcan, sólo porque fueron víctimas de cosas malas.

Naturalmente, debemos ser especialmente atentos y compasivos con las personas que sufren. Pero no es menos cierto que existe el peligro de utilizar – si no corregimos a tiempo – las penas y sufrimientos como un recurso, entonces estos sentimientos se tornarán una manipulación para ellas.

Recordemos a José Ingenieros: Cada quien es dueño de su propio destino. Cuando uno decide no ser una víctima, toma su vida y su destino en sus propias manos. Por consiguiente, cada quien determina utilizar todos los recursos posibles a fin de luchar y salir adelante en vez de plaguearse (lamentarse).

Cristo nos mandó tomar cada día nuestra cruz y seguirlo, porque está visto que nadie está exento de vivir sin problema alguno. Y el profeta Isaías (57,15) nos recuerda:
"Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados."

Cristo no vino solamente para llorar todo el tiempo con nosotros la desgracia – de muchas de la cuales somos culpables – él promete estar a nuestro lado, para confortarnos y ayudarnos a luchar y salir victoriosos. ¡Es  su promesa y cumple!.

Así las cosas, despachemos lejos la tentación de ser una víctima. Usemos todos los recursos a disposición para reaccionar. Tenemos la gracia de contar con inteligencia, voluntad y libertad, que no es poca cosa.

Pero tenemos que clamar y reclamar a Dios su ayuda, porque la ayuda, no se da manera automática. La naturaleza (inteligencia, tecnología, medicina, etc.) y la gracia (cuando la ciencia ya no puede, ahí aparece la gracia, el poder sobrenatural), son los dos únicos caminos para nuestra salvación. 

Las mayores tragedias pueden tornarse en mayores oportunidades y bendiciones, si sumamos al sufrimiento de Cristo nuestros problemas, en vez de perder tanto tiempo en vivir lamentándonos.  

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