¿QUÉ TAN ÉTICO?
El cuidado de la salud requiere médicos,
las viviendas dignas y los entornos urbanos requieren constructores; la
educación, educadores, las instalaciones de agua corriente, técnicos. Una
sociedad justa y próspera, requiere buenos
profesionales (competentes) y profesionales
buenos (éticos). Afirma el Dr. Augusto Hortal.
En el plano individual, lo mismo: para
ser buena persona no basta con ser buen padre, buena madre o buen hijo; buen
vecino, buen amigo o buen ciudadano. Hace falta además, ser un buen profesional
(competente) y un profesional bueno (honrado). Por eso, hablar hoy de
profesiones y ética profesional puede resultar problemático.
Cada vez más las personas que se jactan
de su status profesional, que supone especialización técnico-académica que por compromiso ético. Hoy el profesional
se legitima como experto, como
alguien que sabe lo que otros no saben,
alguien capaz de hacer lo que otros no son capaces de hacer.
Pero competencia profesional-académica
no basta. El profesional para serlo del todo, debe cumplir responsablemente con su trabajo, con niveles
de excelencia como él se autoafirma y que, por lo mismo, de él se espera. El
profesional con ética genera confianza, reconocimiento y estima social. Por
consiguiente, debe manejar Principios.
La bioética ha construido con éxito
cuatro principios: el principio de beneficencia, de autonomía, de justicia y el de no
maleficencia. Tomemos el primero. El diccionario de la Real
Academia Española dice que “beneficencia”, significa, en primer
lugar; “virtud de hacer el bien”. El arquitecto, juez, plomero,
profesor, médico, político, etc están obligados a “hacer bien” lo que hacen; por ahí
hay que empezar; esa es su principal manera de “hacer el bien”, a
quienes acuden a ellos en busca de sus prestaciones de bienes y servicios
profesionales.
Los filósofos y científicos David Ross y
William Frankena, son precursores de la formulación de los cuatro
principios de la bioética, entre ellos el de beneficencia. La beneficencia
obliga a la fidelidad, reparar los daños, gratitud, responsabilidad, justicia, perfeccionamiento propio. De lo
contrario, es maleficencia. Un ejemplo:
“En el país existen más de 2.000 centros
médicos, entre públicos y privados, de cuyo total solo 600 locales privados
están registrados. Este dato fue dado a conocer por el titular de la
Superintendencia de Salud, Félix Ayala”. (ABC 27 DE MAYO DE 2011)
Otras de sus funciones consisten en recepcionar todas las denuncias por
mala praxis y negligencia (…) La falta de denuncias al ente encargado de
controlar el sector salud da una sensación de que las irregularidades no
existen; algo muy grave, atendiendo a casos de supuesta negligencia
médica que tomaron estado público por cobrarse varias vidas”.
Verdad
es que la carencia de insumos e infraestructura, atentan contra la calidad…
pero la insensibilidad e irresponsabilidad del profesional, agrava más aun el
sufrimiento del paciente a quien hacen esperar horas, porque, el médico no
aparece a la hora fijada (si es que aparece). Dura pregunta: ¿Los
centros médicos fueron creados para mantener la vida o para facilitar la
muerte?
Naturalmente, no se los puede meter a todos los profesionales en la misma bolsa... pero una conducta antiética, escaldo de cultivo para la desgracia que produce el caos establecido....
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