sábado, 7 de febrero de 2015

PROFESIONAL ÉTICO


¿QUÉ  TAN  ÉTICO?

El cuidado de la salud requiere médicos, las viviendas dignas y los entornos urbanos requieren constructores; la educación, educadores, las instalaciones de agua corriente, técnicos. Una sociedad justa y próspera, requiere buenos profesionales (competentes) y profesionales buenos (éticos). Afirma el Dr. Augusto Hortal.

En el plano individual, lo mismo: para ser buena persona no basta con ser buen padre, buena madre o buen hijo; buen vecino, buen amigo o buen ciudadano. Hace falta además, ser un buen profesional (competente) y un profesional bueno (honrado). Por eso, hablar hoy de profesiones y ética profesional puede resultar problemático.

Cada vez más las personas que se jactan de su status profesional, que supone especialización técnico-académica que por compromiso ético. Hoy el profesional se legitima como experto, como alguien que sabe lo que otros no saben, alguien capaz de hacer lo que otros no son capaces de hacer.

Pero competencia profesional-académica no basta. El profesional para serlo del todo, debe cumplir  responsablemente con su trabajo, con niveles de excelencia como él se autoafirma y que, por lo mismo, de él se espera. El profesional con ética genera confianza, reconocimiento y estima social. Por consiguiente, debe manejar Principios.

La bioética ha construido con éxito cuatro principios: el principio de beneficencia,  de autonomía, de  justicia y el de no  maleficencia. Tomemos el primero. El diccionario de la Real Academia Española dice que “beneficencia”, significa, en primer lugar; “virtud de hacer el bien”. El arquitecto, juez, plomero, profesor, médico, político, etc están obligados a “hacer bien” lo que hacen; por ahí hay que empezar; esa es su principal manera de “hacer el bien”, a quienes acuden a ellos en busca de sus prestaciones de bienes y servicios profesionales.

Los filósofos y científicos David Ross y William Frankena, son precursores de la formulación de los cuatro principios de la bioética, entre ellos el de beneficencia. La beneficencia obliga a la fidelidad, reparar los daños, gratitud, responsabilidad,  justicia, perfeccionamiento propio. De lo contrario, es  maleficencia. Un ejemplo:

“En el país existen más de 2.000 centros médicos, entre públicos y privados, de cuyo total solo 600 locales privados están registrados. Este dato fue dado a conocer por el titular de la Superintendencia de Salud, Félix Ayala”. (ABC 27 DE MAYO DE 2011)

“La entidad tiene como objetivo hacer "que se cumplan las normativas que garantizan la calidad de la atención médica del usuario de cualquier empresa; eso incluye la infraestructura edilicia, el equipamiento, la composición del personal, la existencia de reglamento interno, planes de medicina prepaga en casos dados, etc.", dijo Ayala.

Otras de sus funciones consisten en recepcionar todas las denuncias por mala praxis y negligencia (…) La falta de denuncias al ente encargado de controlar el sector salud da una sensación de que las irregularidades no existen; algo muy grave, atendiendo a casos de supuesta negligencia médica que tomaron estado público por cobrarse varias vidas”. 

Verdad es que la carencia de insumos e infraestructura, atentan contra la calidad… pero la insensibilidad e irresponsabilidad del profesional, agrava más aun el sufrimiento del paciente a quien hacen esperar horas, porque, el médico no aparece a la hora fijada (si es que aparece). Dura pregunta: ¿Los centros médicos fueron creados para mantener la vida o para facilitar la muerte? 

Naturalmente, no se los puede meter a todos los profesionales en la misma bolsa... pero una conducta antiética, escaldo de cultivo para la desgracia que produce el caos establecido....

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