martes, 24 de febrero de 2015

LA COSTUMBRE DE QUEJARSE

¿POR QUÉ  "PIÓ"  ASÍ?
“Andamos a tientas, como ciegos palpando la pared, como si no tuviéramos ojos; en pleno día tropezamos como al anochecer, en pleno vigor estamos como los muertos. Gruñimos todos igual que osos y nos quejamos como palomas. Esperamos en el derecho, pero nada; en la salvación, y está lejos de nosotros.” (cfr. Is 59, 10-11)

¿Qué exactamente motiva abundantes quejas? Porque si uno protesta por cualquier nimiedad, y en cualquier momento y sin razón valedera, está quitando lo único que les queda a las verdaderas víctimas de nuestro mundo: la de quejarse con todo derecho.

¿Es la vida solo problemas y dolores? ¿Cuántos plagueos son pueriles y egoístas, sin justificación?. El enojo, ¿es proporcional al motivo que causa tal ira-plagueo-enojo?
Es que ¿no vemos nada bueno en los otros, para– al menos- por un día no quejarnos? ¿Vivimos solo para reivindicar, reclamar y acusar?  ¿Qué vida es esa…….?

En los últimos años quejarse se ha convertido en un hábito de algunas sociedades. La acepción de queja que voy a utilizar, es la que se refiere a cuando una persona se encuentra insatisfecha, a disgusto o siente malestar en una determinada situación y no realiza ninguna acción para mejorar las circunstancias que lo incomodan”, dice Mercedes Valladares Pineda.

No señor. ¡La vida es un regalo!. Hoy antes de decir una palabra dañina, pensemos en alguien que no puede hablar por ser mudo. Antes de protestar sobre el sabor de la comida, pensemos en alguien que no tiene nada que comer.  Hoy antes de quejarnos de todo en la vida, pensemos en muchos jóvenes que demasiado pronto están muertos.

Antes de “plaguearnos” contra los hijos, pensemos en alguien que desea hijos, pero es estéril.  Antes de “quejarnos” contra los padres, pensemos como hubiera sido nuestra vida sin todo el amor y paciencia que ellos nos brindan… pensemos en los orfanatos o clínicas abortivas.

Antes de discutir con “todo el mundo”, porque la casa alguien no limpió, pensemos en las personas que viven en las mugrientas calles.  Antes de quejarnos por las distancias que conducimos, pensemos que tenemos vehículo, mientras muchos caminan la misma distancia, o más. 

Y cuando con o sin razón nos quejamos del trabajo, pensemos en los desempleados, los discapacitados y los que desearían tener tu trabajo. Antes de acusar o condenar a otros, recordemos que ninguno de nosotros está libre de pecados.

Los pensamientos deprimentes derriban y empequeñecen al hombre. ¿Por qué el enojo, la acusación o la calumnia no cambiamos por una sonrisa?, ¡estamos vivos, sólo sonríe alguien que vive!.  

Somos templo del Espíritu Santo, entonces llenemos nuestra alma, corazón y vida con amor, compasión y misericordia. Es compromiso de todo cristiano. ¡Y es posible!

Te imploro Señor, que en esta Cuaresma, nos enseñes a no quejarnos por tontería. Sí, que nos animes a alzar la voz por aquello que merece la pena. A ser críticos, no desde el resentimiento, rencor o la furia, sino desde la ternura y la compasión, como nos sugiere el papa Francisco. 

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