¡HE CAMBIADO MUCHO…!
El enunciado nos
muestra que la vida está llena de cambios que nos cambian o pueden cambiarnos. La frase
pertenece al conocido escritor, poeta y dramaturgo irlandés
– aunque pudiendo interpretarse de otro modo - me parece que pinta de cuerpo,
rasgos insolentes, como ingenua imbecilidad de ciertos terrícolas de nuestra
fauna guaraní.
Sobra decir que
es necesario ir cambiando conductas y actitudes para mejorar. Por consiguiente,
si cambiamos para bien..... sólo eso importa.
Con el
transcurrir de los años y en este tiempo de vida acelerada, fácilmente la
persona puede volverse negativa. Los entrados en años diremos: ¡Ah qué dicha
los años de mi juventud.. no existían estos asfixiantes problemas de la
tecnología, alocada prisa, tránsito infartante, etc…. y ese tiempo ya no
volverá!
Así las cosas, nos tornamos criticones, injustos, insensibles, es
decir, Individualistas. Mounier llama individuo a la
“dispersión de la persona en la superficie de su vida y a la complacencia de
perderse en ella”. El individuo es dispersión, disolución de la persona en la
materia, en la acción, pérdida en lo múltiple e impersonal. ¿Qué significa?,
significa:
“Hombre anónimo, sin vocación,
sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin vínculos personales. Se repliega
sobre sí, narcisista. Su actitud básica es la de poseer, reivindicar y
acaparar. En las cosas pone su seguridad. El individuo se pierde en sus roles,
en los personajes que representa. Pero, sobre todo, el individuo, separado de
todos y de todo, opta por la solución en la soledad.
Por ello rechaza todo compromiso con aquello que no
suponga beneficio. Por tanto, su propio tipo de vida es antitético (opuesto) a
la donación gratuita de sí mismo. Sólo es capaz de afirmarse a sí, excluyendo
al otro como persona. El individuo, es entonces, el que se inmuniza frente al
otro, el que rechaza todo compromiso con lo que no sea su estricto interés o
lucro”.
Rechaza a sus
vecinos, levantan el polarizado del vehículo para no saludar a nadie y actúa
con “síndrome de diocesillo”, como si fuera superior a los demás.
Persona, en cambio es,
señorío y generosidad,
superación y desprendimiento. Frente al “individuo”,
la persona
es dominio de sí, unidad de vida y
disponibilidad. Su primer no es “salvar su persona”, sino comprometerla con los
otros, donarla a otros.
Ser persona supone ser generadora de comunidad, ser foco de luz, pues
la persona <no se encuentra sino dándose>, mediante un doble dinamismo de
acogida y donación. En ello radica su riqueza, pues piensa así: <solamente
nos encontramos al “perdernos” en y con los otros, sólo poseemos lo que amamos,
sólo se posee lo que se da. (Mounier).
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