domingo, 15 de febrero de 2015

DISCULPE, NO LO HABÍA RECONOCIDO….

¡HE CAMBIADO MUCHO…!

El enunciado nos muestra que la vida está llena de cambios que nos cambian o pueden cambiarnos. La frase pertenece al conocido escritor, poeta y dramaturgo irlandés – aunque pudiendo interpretarse de otro modo - me parece que pinta de cuerpo, rasgos insolentes, como ingenua imbecilidad de ciertos terrícolas de nuestra fauna guaraní.

Sobra decir que es necesario ir cambiando conductas y actitudes para mejorar. Por consiguiente, si cambiamos para bien..... sólo eso importa.

Con el transcurrir de los años y en este tiempo de vida acelerada, fácilmente la persona puede volverse negativa. Los entrados en años diremos: ¡Ah qué dicha los años de mi juventud.. no existían estos asfixiantes problemas de la tecnología, alocada prisa, tránsito infartante, etc…. y ese tiempo ya no volverá!

Así las cosas, nos tornamos criticones, injustos, insensibles, es decir, Individualistas.  Mounier llama individuo a la “dispersión de la persona en la superficie de su vida y a la complacencia de perderse en ella”. El individuo es dispersión, disolución de la persona en la materia, en la acción, pérdida en lo múltiple e impersonal. ¿Qué significa?, significa:
 
Hombre anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin vínculos personales. Se repliega sobre sí, narcisista. Su actitud básica es la de poseer, reivindicar y acaparar. En las cosas pone su seguridad. El individuo se pierde en sus roles, en los personajes que representa. Pero, sobre todo, el individuo, separado de todos y de todo, opta por la solución en la soledad.

Por ello rechaza todo compromiso con aquello que no suponga beneficio. Por tanto, su propio tipo de vida es antitético (opuesto) a la donación gratuita de sí mismo. Sólo es capaz de afirmarse a sí, excluyendo al otro como persona. El individuo, es entonces, el que se inmuniza frente al otro, el que rechaza todo compromiso con lo que no sea su estricto interés o lucro”.

Rechaza a sus vecinos, levantan el polarizado del vehículo para no saludar a nadie y actúa con “síndrome de diocesillo”, como si fuera superior a los demás.

Persona, en cambio es, señorío y generosidad, superación y desprendimiento. Frente al “individuo”, la persona es dominio de sí,  unidad de vida y disponibilidad. Su primer no es “salvar su persona”, sino comprometerla con los otros, donarla a otros.
 
Ser persona supone ser generadora de comunidad, ser foco de luz, pues la persona <no se encuentra sino dándose>, mediante un doble dinamismo de acogida y donación. En ello radica su riqueza, pues piensa así: <solamente nos encontramos al “perdernos” en y con los otros, sólo poseemos lo que amamos, sólo se posee lo que se da. (Mounier).

Así las cosas, uno decide ser acogedor, proactivo, amable…o elige ser un “repelente social”. Entonces, cuando las “circunstancias” obligue a saludar a quien rechaza, con sonrisa hipócrita dirá: Disculpa, no te reconocí: es que ... ¡HE CAMBIADO MUCHO!  

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