¿JUSTO Y EQUITATIVO?
Resulta ya impertinencia, cuando no
desasosiego, ver, oír y leer noticias de nuestro país. Y no es para menos,
habida cuenta que diariamente, torrentes de malas noticias nos llevan a
transitar el ancho como espinoso terreno de las moralidades e inmoralidades,
hoy vividas o des-vividas por la ya
larga y pertinaz sequia de valores y virtudes que sufre la patria.
“Antes,
la política era una actividad honorable. Hoy solo sirve para robar”,
decía don Olimpo Asunción Pedrozo Silvero, ex maquinista de la cañonera
Humaitá, quien cumplió 102 años el 15 de agosto pasado. (ABC. - 31.08.14, p 14).
Paraguay sigue estando entre los países más corruptos de la
región y es superado en ese penoso ránking solamente por Venezuela, según un
informe de la ONG alemana Transparencia Internacional (TI), y publicado por la
agencia de noticias EFE.
El sector público sigue
siendo "uno de los mayores desafíos a nivel mundial". El estudio
considera que las áreas más problemáticas son "los partidos políticos, la
policía y los sistemas judiciales". La prensa oral, escrita y televisiva confirma
esta catarata de “desprolijidades”, divulgándolo una y otra vez. Casi todas las
Instituciones públicas están salpicadas con algún tipo de inmoralidad. En pocas
líneas, resumo nuestra triste situación con el editorial del diario ABC, de
fecha 31 de Agosto de 2014:
“La
ignorancia y la indecencia campean en la función pública. “Para fabricar
salchichas se requieren aptitudes especiales; para ser legislador o ministro en
el Paraguay, el talento y los conocimientos son superfluos. La preparación, el
carácter, la honestidad, a veces estorban.
Valen
más ciertas contorsiones y genuflexiones del cuerpo que veinte años de
estudios, que la decencia y la probidad”. Estas amargas pero realistas palabras
de Eligio Ayala –escritas en 1915– están hoy más vigentes que nunca. La
ignorancia y la indecencia campean por sus fueros, sobre todo en el Congreso.
La
ciudadanía no termina de asombrarse de los manejos ilegales e inmorales de que
se valen especialmente los legisladores para llenarse sus bolsillos y los de sus
allegados. Es imprescindible que la lucha de la población, especialmente de los
jóvenes, sea fuerte y persistente y que se les haga sentir a los indeseables
que ocupan bancas y cargos públicos que la ciudadanía ya no los quiere, que
está podrida de sus latrocinios y de su desvergüenza”.
Sin
embargo, no quiero quedarme con la desesperanza. Prefiero, muy por el
contrario, repetir con el venerable maestro y amigo, Secundino Núñez lo que
sigue: “Hay que comenzar a levantar los ánimos, iluminando y fortaleciendo la
conciencia cívica con los amores y valores del bien común. Porque, con un
pueblo remiso, sin esperanza y sin horizonte, nada heroico se puede gestar…..
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