viernes, 5 de septiembre de 2014

¡PARAGUAY QUERIDO…! (I)

¿JUSTO Y EQUITATIVO?

Resulta ya impertinencia, cuando no desasosiego, ver, oír y leer noticias de nuestro país. Y no es para menos, habida cuenta que diariamente, torrentes de malas noticias nos llevan a transitar el ancho como espinoso terreno de las moralidades e inmoralidades, hoy vividas o des-vividas por la ya larga y pertinaz sequia de valores y virtudes que sufre la patria.

Antes, la política era una actividad honorable. Hoy solo sirve para robar”, decía don Olimpo Asunción Pedrozo Silvero, ex maquinista de la cañonera Humaitá, quien cumplió 102 años el 15 de agosto pasado. (ABC. - 31.08.14, p 14). Paraguay sigue estando entre los países más corruptos de la región y es superado en ese penoso ránking solamente por Venezuela, según un informe de la ONG alemana Transparencia Internacional (TI), y publicado por la agencia de noticias EFE.

El sector público sigue siendo "uno de los mayores desafíos a nivel mundial". El estudio considera que las áreas más problemáticas son "los partidos políticos, la policía y los sistemas judiciales". La prensa oral, escrita y televisiva confirma esta catarata de “desprolijidades”, divulgándolo una y otra vez. Casi todas las Instituciones públicas están salpicadas con algún tipo de inmoralidad. En pocas líneas, resumo nuestra triste situación con el editorial del diario ABC, de fecha 31 de Agosto de 2014:

La ignorancia y la indecencia campean en la función pública. “Para fabricar salchichas se requieren aptitudes especiales; para ser legislador o ministro en el Paraguay, el talento y los conocimientos son superfluos. La preparación, el carácter, la honestidad, a veces estorban.

Valen más ciertas contorsiones y genuflexiones del cuerpo que veinte años de estudios, que la decencia y la probidad”. Estas amargas pero realistas palabras de Eligio Ayala –escritas en 1915– están hoy más vigentes que nunca. La ignorancia y la indecencia campean por sus fueros, sobre todo en el Congreso.

La ciudadanía no termina de asombrarse de los manejos ilegales e inmorales de que se valen especialmente los legisladores para llenarse sus bolsillos y los de sus allegados. Es imprescindible que la lucha de la población, especialmente de los jóvenes, sea fuerte y persistente y que se les haga sentir a los indeseables que ocupan bancas y cargos públicos que la ciudadanía ya no los quiere, que está podrida de sus latrocinios y de su desvergüenza”.

Sin embargo, no quiero quedarme con la desesperanza. Prefiero, muy por el contrario, repetir con el venerable maestro y amigo, Secundino Núñez lo que sigue: “Hay que comenzar a levantar los ánimos, iluminando y fortaleciendo la conciencia cívica con los amores y valores del bien común. Porque, con un pueblo remiso, sin esperanza y sin horizonte, nada heroico se puede gestar…..

Por más mesiánicos se preciaren ciertos líderes, no hay forma de recuperación sociopolítica, cuando la plebe ya nada espera, sino, pan y circo…..el pobre pueblo siente grandes deseos y está dispuesto a seguir los rumbos de la nueva historia – o ¿nuevo rumbo?- pero, sus conductores no están a la altura de la situación: son mediocres y logreros, y parece que solamente se afanan a trepar por los más suculentos cargos”.

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