jueves, 14 de agosto de 2014

CORRUPCIÓN DE HOMBRES….

Y de Instituciones

Dice Jesús Montero Tirado: .. Si los corruptos y corruptores están en la sociedad, destruyen la sociedad; si están en el Estado, lo desintegran y aniquilan. Toda corrupción es fatal, pero sobre todo cuando invade las instituciones del Estado, que fueron creadas para garantizar a los ciudadanos la organización común, el bienestar y desde luego la cobertura de las necesidades vitales de todos (….)

Ante esta realidad todos deberíamos afanarnos en el compromiso de poner en marcha los cambios sociales y políticos tantas veces por todos reclamadas, porque nuestra pobre patria lo necesita. Cada ciudadano, así como también las instituciones, especialmente las públicas deben levantar los niveles de sus actividades y remodelar sus pautas de conducta.).

Desde algunas semanas, la prensa con grandes titulares ventila copiosamente escandalosos sucesos que involucran a funcionarios públicos de elevado nivel jerárquico, embarrando más todavía a instituciones de nuestro país.

Así las cosas, la gente vive, sufre y soporta sentimientos encontrados - se indigna, llora, ríe, expresa rabia, se burla – por “caer” en la cuenta que ha sido y sigue siendo engañada por las “autoridades” que nos representan.

Con Secundino Núñez me pregunto: ¿Cómo es posible que todos los seres de este mundo, desde el átomo hasta las estrellas del firmamento actúen según las leyes naturales precisas, y solamente el hombre, el ser más excelente de la creación, haga todo lo contrario, promoviendo caos, destrucción y muerte?

¿Dónde quedó lo aprendido en el hogar, catequesis, escuela básica y superior… caso algo haya aprendido? El positivismo y relativismo nos enseña que no hay reglas universales y absolutas. Para aquellos no existen el derecho natural. Por consiguiente, cada pueblo y cada quien regulan su conducta pública o privada según leyes positivas, establecidas por la misma sociedad o sus simios.

Pagamos a los hombres e instituciones  para que trabajen por el bien común y ellos no trabajan o trabajan mal y encima se adjudican coimas, sueldos excepcionales, dietas, bonificaciones, combustible, viajes injustificables al extranjero, etc., al decir de J. Montero Tirado.
                                                                                      
Es por ello y por mucho más que nuestra enclenque política y nuestro sistema educativo enciclopédico no puede levantar vuelo y generar la verdadera recuperación de nuestra república. (cfr. S. Núñez, La gente y sus normas morales, ABC 01.03.10)

Y el prof. Carlos Díaz añadirá: En la gran fábrica política lo importante es la rentabilidad, la plusvalía, la gestión hábil, al margen incluso, si llega el caso, de las exquisiteces morales. La salvaguardia del deber no es cosa del político, sino del moralista obsesionado por la pureza de la idea, incapaz de flexibilizar sus inamovibles “aprioris”.

Es que la Ética es una margarita demasiado bella para los chanchos. Etizar la política y politizar la ética es para la gran mayoría, pretender la cuadratura del círculo. Hay que saber que la erótica del poder se acuesta con todo, lo corrompe todo, los desmoraliza todo, incluso aquello que pretende moralizar. Y aun así, hay que moralizar la política. Es tarea del patriota y cristiano verdaderos.

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