Y de Instituciones
Dice Jesús Montero Tirado:
.. Si los corruptos y corruptores están en la sociedad, destruyen la
sociedad; si están en el Estado, lo desintegran y aniquilan. Toda corrupción es
fatal, pero sobre todo cuando invade las instituciones del Estado, que fueron
creadas para garantizar a los ciudadanos la organización común, el bienestar y
desde luego la cobertura de las necesidades vitales de todos (….)
Ante esta realidad todos deberíamos afanarnos en el
compromiso de poner en marcha los cambios sociales y políticos tantas veces por
todos reclamadas, porque nuestra pobre patria lo necesita. Cada ciudadano, así
como también las instituciones, especialmente las públicas deben levantar los
niveles de sus actividades y remodelar sus pautas de conducta.).
Desde algunas semanas, la prensa con grandes titulares
ventila copiosamente escandalosos sucesos que involucran a funcionarios
públicos de elevado nivel jerárquico, embarrando más todavía a instituciones de
nuestro país.
Así las cosas, la gente vive, sufre y soporta
sentimientos encontrados - se indigna, llora, ríe, expresa rabia, se burla –
por “caer” en la cuenta que ha sido y sigue siendo engañada por las
“autoridades” que nos representan.
Con Secundino Núñez me pregunto: ¿Cómo es posible que
todos los seres de este mundo, desde el átomo hasta las estrellas del
firmamento actúen según las leyes naturales precisas, y solamente el hombre, el
ser más excelente de la creación, haga todo lo contrario, promoviendo caos,
destrucción y muerte?
¿Dónde quedó lo aprendido en el hogar, catequesis,
escuela básica y superior… caso algo haya aprendido? El positivismo y
relativismo nos enseña que no hay reglas universales y absolutas. Para aquellos
no existen el derecho natural. Por consiguiente, cada pueblo y cada quien
regulan su conducta pública o privada según leyes positivas, establecidas por
la misma sociedad o sus simios.
Pagamos a los hombres e instituciones para que trabajen por el bien común y ellos no
trabajan o trabajan mal y encima se adjudican coimas, sueldos excepcionales,
dietas, bonificaciones, combustible, viajes injustificables al extranjero, etc.,
al decir de J. Montero Tirado.
Es por ello y por mucho más que nuestra enclenque
política y nuestro sistema educativo enciclopédico no puede levantar vuelo y
generar la verdadera recuperación de nuestra república. (cfr. S. Núñez, La
gente y sus normas morales, ABC 01.03.10)
Y el prof. Carlos Díaz añadirá: En la gran fábrica política lo
importante es la rentabilidad, la plusvalía, la gestión hábil, al margen
incluso, si llega el caso, de las exquisiteces morales. La salvaguardia del
deber no es cosa del político, sino del moralista obsesionado por la pureza de
la idea, incapaz de flexibilizar sus inamovibles “aprioris”.
Es que la Ética es una margarita demasiado bella
para los chanchos. Etizar la política y politizar la ética es para la gran
mayoría, pretender la cuadratura del círculo. Hay que saber que la erótica del
poder se acuesta con todo, lo corrompe todo, los desmoraliza todo, incluso
aquello que pretende moralizar. Y aun así, hay que moralizar la política. Es tarea
del patriota y cristiano verdaderos.
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