viernes, 15 de agosto de 2014

CÓDIGO DE ÉTICA

¡Útil… como muletas de plástico!

Estamos inundados de lamentos porque según aquellos lamentosos, la “democracia no funciona ….seguimos con las mismas lacras del pasado ….nada ha cambiado….”

Verdad es que vivimos una democracia inestable que se nos escapa de las manos por no saber administrarla. Antes se obedecía por “orden superior”, hoy en la patria de hombres libres (¿qué tan libres?) los que dicen representar al pueblo, actúan con talibanesca obediencia, por considerarse disciplinado y respetuoso de las decisiones consensuadas.

Viejas prácticas de corrupción han sido exhumadas. Éstas hacen del hombre un animal extraviado en su atávica angurria, por participar en la loca carrera de "ganar y tener más",  como sea.

Pero, como el mal no es absolutamente malo, han aparecido los Códigos de Ética en algunas Instituciones, que nos permiten – al menos – la esperanza de corregir vicios, porque tal Código, se erige como elemento de ayuda para generar mejores personas, mejores empleadores y mejor empleo. Esto supone un compromiso de funcionarios – de todos los niveles - con valores de responsabilidad, transparencia y honestidad.

La Ética es una actitud, un modo de ser, para cumplir con la ley. Nace con la persona como un anhelo de ser mejor y vivir con excelencia, al decir de Sócrates, para contribuir con la patria soñada, con el bien común, sin olvidar nunca, algunos puntos muy sabidos por todos y son:

a- Los bienes y recursos públicos están destinados exclusivamente al Bien común.
b- El interés general prevalece sobre el interés particular.
c- El funcionario público es un servidor. Está al servicio de la ciudadanía.
d- Toda gestión pública está abierta a la contraloría ciudadana.
e- El que administra bienes públicos, está obligado a rendir cuentas de su gestión, porque el dinero que gestiona, es de la ciudadanía. No es dueño del dinero ajeno, ni el jefe, encargado o gerente….por tanto, no es lícito fagocitar escandalosos e inmorales sueldos a expensas de miles de compatriotas excluidos.

Quien así no lo hace, es ladrón por acción u omisión. El funcionario público debe recordar siempre, esto que dice Carlos Díaz: “A todos los que hacen injusticia, explotación, el mal, debemos oponer nuestra resistencia. Luchar permanentemente contra el mal, ayudando a los malos, a desposeerse de aquellas herramientas que hacen daño. Es como realizar una extirpación benigna de un tumor maligno. Oponerse con amor es, no votar al malo…, no callar lo que está mal, llamar a la corrección fraterna.

La pregunta ahora es: ¿Por qué no se aplica el Código de Ética a tantos funcionarios gravemente comprometidos en hechos de corrupción?

Si un Código de Ética, es alentada y aplaudida, pero al mismo tiempo, obstinadamente rechazada, tal Código será tan útil como muletas de plástico sobre el caliente asfalto de verano, es decir, absolutamente inútil, tanto como aquellos que debieran cumplir o hacerlas cumplir. 

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