¡Qué criticable eres…
y sin embargo te quiero!
Ninguno de nosotros es creíble mientras esté sobre esta tierra…La credibilidad no es de los hombres, es sólo de Dios. ¿Era la Iglesia de ayer mejor que la de hoy? ¿Era la Iglesia de Jerusalén más creíble que la de Roma?
Desde 1305, el papado fue causa de discordia entre franceses e italianos. Catalina de Siena se ofreció a mediar. Escribió al Papa Gregorio XI seis veces, animándolo a volver a Roma.
El Papa dijo que Catalina se había dirigido a él con “intolerable tono dictatorial medio disfrazado con expresiones de deferencia cristiana perfecta”. Catalina podría decir: ¡Puedo fundar una mejor Iglesia que la de Roma, llena de pecados y política rastrera!.
Hoy nos preguntamos, ¿cómo es que Jesús funda su Iglesia sobre Pedro, un hombre frágil y temeroso que se asusta ante la pregunta de una criada? Esta mezcla de bien y mal, de grandeza y miseria, de santidad y de pecado es la Iglesia, que en el fondo somos tú y yo.
Luego, no me voy de la Iglesia fundada sobre una roca tan débil, porque fundaría otra, sobre una piedra aún más débil que soy yo. ¡Ese es el hombre que forma la Iglesia, con su maldad y, al mismo tiempo con su fe en Cristo!.
Dice Carlo Carretto 1910-1998: “¡Cuánto
me has hecho sufrir, y sin embargo a ti me debo! Quisiera verte destruida, y
sin embargo necesito tu presencia. Me diste muchos escándalos, y sin
embargo me hiciste entender la santidad...
No vi nada más oscuridad en el mundo, más
complejo, más falso y no toqué nada más puro, más generoso, más bello. Cuántas
veces sentí deseos de estrellarte contra la puerta de mi alma. ¡Y cuantísimas
otras veces he pedido morir en tus brazos seguros!.
No, no puedo librarme de ti, porque soy
tuyo, aunque sin serlo por entero. Además, ¿a dónde iría? ¿A fundar otra
Iglesia?. El caso es que no sabría fundarla sino con los mismísimos defectos,
ya que son los míos los que llevo dentro.
Por otra parte, sería mi Iglesia y no la
de Cristo. Soy lo bastante viejo para comprender que no soy mejor que los demás!”.
Alguien escribió una carta en un periódico: “Dejo la Iglesia porque, con su compromiso con los ricos, ya no es creíble”…“O es un sentimental que no tiene experiencia, y lo disculpo; o es un orgulloso que cree que es mejor que los demás”.
“Si saliste de la Iglesia por causa de uno, es que, nunca entraste (a la iglesia) por causa de Cristo”.
Cuando Pablo llegó a Jerusalén oyó hablar a Santiago sobre cortar el prepucio o la debilidad de Pedro que estaba con los ricos y escandalizaba al comer sólo con los puros… ¿era ésta la Iglesia que Cristo fundó? Bien podría Pablo fundar otra iglesia en Antioquía o en Tarso!.
No, no me voy de la Iglesia fundada
sobre una roca tan débil, porque fundaría otra sobre una piedra aún más débil
que soy yo.
¿Se puede separar a Cristo de la Iglesia, o la Iglesia de Cristo? No, absolutamente no. Nada hay de más absurdo que separar a la Iglesia de Cristo. Entre Cristo y la Iglesia no hay ninguna división ni contraposición. Y esto por diversos motivos:
“La Iglesia está fundada sobre los Apóstoles, elegidos directamente por Cristo. Ellos "son así el signo más evidente de la voluntad de Jesús respecto a la existencia y la misión de su Iglesia, la garantía de que entre Cristo y la Iglesia no existe ninguna contraposición”.