¡No hay mal que dure cien años! ¡La justicia divina existe! ¡La justicia tarda pero llega....!
¿Quien no ha escuchado estos y otros lamentos de angustia y desesperanza? Todas estas frases no dependen de legislaciones, normas ni leyes. Dependen exclusivamente de la calidad de jueces que tenga en suerte o desgracia una sociedad. La Justicia, para muchos hoy, es sólo una bella expresión de deseo que, eventualmente funciona en una sociedad como la nuestra.