lunes, 14 de marzo de 2011

PECADO CAPITAL (Final)

¡Quien no tiene cuaresma, no tendrá Pascua!

Culminamos esta serie de artículos sobre los pecados capitales haciendo referencia a los tres últimos: Gula, Envida y Pereza. Los siete pecados capitales también son conocidos por las siglas SALIGEP: Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

Gula, es el apetito desordenado de comer y beber. Santo Tomás ve en la gula un pecado por exceso contra la virtud de la abstinencia. Siendo natural la tendencia a comer y beber, no se conoce nombre para designar el mal por defecto: hoy quizá podría llamarse “huelga de hambre”. El remedio contra la gula es la templanza, la abstinencia, el ayuno.

Sus hijas son: torpeza de espíritu, la estúpida satisfacción y finalmente la incontinencia. ¿Quien ignora lo grotesco como desagradable que resulta ver a alguien que por comer y beber en exceso, pasa mal?

Epicuro distingue tres grandes familias de placeres - afirma José R. Ayllón en Desfile de Modelosp. 59: (1) los naturales necesarios; (2) los naturales innecesarios; y (3) los no naturales y no necesarios. Después nos dice que la mejor relación con los placeres consiste en satisfacer los primeros, limitar los segundos y esquivar los terceros. Entre los naturales necesarios se encuentran los íntimamente ligados con la vida: comer cuando se tiene hambre, beber cuando se tiene sed, reposar cuando se está fatigado.

Entre los placeres naturales pero innecesarios figuran los que constituyen variaciones superfluas de los placeres naturales: comer bien, beber licores refinados, vestir con ostentación, etc. Finalmente, entre los placeres no naturales y no necesarios se citan los nacidos de la vanidad humana: deseo de riqueza, de poder, de honores, etc. (p. 60)

Envidia (del latín, invidere, mirar con malos ojos) La envidia es sentir tristeza o disgusto por el bien que otros poseen, porque se opone al gozo y al amor. Es pecado capital porque tiene paternidad sobre otros vicios como la murmuración, la difamación, la maligna alegría por las desgracias del prójimo y la tristeza que siente por la felicidad del otro.

La envidia, por lo tanto, es despreciable, abyecta y diabólica como todos los males. Se conoce casos de envidia entre hermanos de sangre, entre padres e hijos y nada digamos entre conocidos. La persona envidiosa sufre una barbaridad porque aunque a ella nada le falte, se duele por el bien de otros.

Pereza (proceder lentamente, estar disgustado). Es la negativa de aceptar el esfuerzo. Este pecado se debe a la falta de amor a aquel o a aquellos por quien se trabaja. También es falta de amor a Dios. Pereza es hacer las cosas con falta de ganas, a medias y lentamente (vaí vaí). La pereza comparte morada con la mediocridad y, por consiguiente, se opone a la excelencia.

Así, un trabajo mal hecho por pereza puede acarrear graves consecuencias: un edificio construido sin las debidas precauciones y necesarios cuidados; una cirugía irresponsable por lentitud y falta de ganas; la conducción irresponsable de un transporte escolar, etc.

Si de desea vivir la Cuaresma, le expreso los faraónicos sentimientos de ¡Feliz Pascuas!


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