Dicen que: “Paz es la capacidad de vivir en calma, en sana convivencia
social y adecuado manejo de conflictos y evitar peores situaciones. Para
ello -debemos “querer” -no sólo decir-, vivir en paz y poner “manos a la obra”.
¡Todos lo sabemos!
Una historia enseña sobre la paz interior: “Había un rey que ofreció un gran premio al artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos intentaron; el rey admiró todas las pinturas que le presentaron, pero solo dos le gustaron y eligió entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Era
un espejo perfecto donde se reflejaban plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre
éstas, un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Quienes miraron la pintura
pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas.
Pero éstas eran ásperas y despejadas. Sobre ellas había un cielo furioso del
cual caía violento aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar
un espumoso torrente de agua. Todo esto no se veía nada pacifico.
El Rey miró atentamente, vio tras la cascada un
arbusto creciendo en una grieta de la roca. En la rama del arbusto había un
nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sereno un
pajarito en su nido. ¡Paz perfecta! El
Rey eligió la segunda. ¿Por qué?
Porque, explicaba el Rey, “Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo o sin dolor. Paz significa que, a pesar de estar en medio de todas estas cosas, tengamos calma dentro de nuestro corazón...Es el real significado de la paz”.
Es por ello, que mantener la paz es una obligación primaria para todos, pero en especial de los padres, porque es en el hogar donde se aprende a construir paz; donde los padres tenemos la gran tarea de enseñar a los hijos el modo de resolver problemas.
Es increíble que en una pequeña sociedad como la familia, se pierde la paz. Las noticias revelan elevado índice de violencia y muerte en el núcleo familiar. Luego, la paz es algo frágil por lo que hay que trabajar diariamente para conquistarla.
Paz no es ausencia de guerra, ni “aceptarlo todo”. ¿Qué sería, por ejemplo, si los papás “aceptan todo” al descarriado hijo para lograr paz en casa?: “Si mi hijo hace lo que quiere sin frenos ni barreras -como ocurre en muchos hogares-, no habrá paz, sino, crecimiento de delitos.
La paz se vive: al tener un real sentido de justicia, reconociendo los propios derechos y los de los demás. Enseñando a los hijos a distinguir entre el bien y el mal, al formar en ellos conciencia recta. ¡No es fácil tarea!
En casa, los niños deben conocer el bien y el mal; aprender el hábito del esfuerzo, que no tienen derecho a todo, que el mundo no gira alrededor de ellos para satisfacer caprichos y convertirse en "amorosos tiranos”, como ocurre en tantos hogares.
Respeto. Cuidar que los niños no se acostumbren a tomar las cosas de otros, por muy insignificante que sea el robo, y si estropea algo ajeno, debe reponerlo, enseñarles que las cosas ajenas se respetan.
Generosidad, es algo de por sí difícil en los niños, es en esta edad cuando tienden
a ser más egoístas, por ello es importante que vean un buen ejemplo: cómo
sus padres ayudan al necesitado o al que tiene algún problema, dentro de sus
posibilidades.
Cortesía. Se dijo que la cortesía “es hija del respeto al prójimo y hermana de la caridad”. El que es cortés sabe que no es el centro del mundo, es quien piensa en los demás y en sus sentimientos.
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