domingo, 28 de mayo de 2017

UNA SOCIEDAD DE DELINCUENTES

ES  FALSAMENTE  LIBRE

Resultado de imagen para vicio y perdicionDice el Diccionario. Delincuente. Persona que comete un delito, especialmente el que lo hace habitualmente. "Delincuente común; delincuente juvenil"

Una sociedad falsamente libre promueve un ambiente feo, provoca crisis y depresión, no solo económica, sino además, irrespetuosa y prepotente. Ej. Un país que vive  en libertinaje, es una comunidad que desconoce límites ni barreras, es un país enfermo.


La inacción de padres y autoridades en general dan a los jóvenes carta blanca para zambullirse en hediondas aguas del “vicio y perversión”, es decir, les estamos invitando, por omisión, a vivir una sociedad sodomítica-gorromina.

Así las cosas, damos “combustible” a la degradación moral de la juventud, evidenciada en desaforado consumo de drogas, alcohol, prepotencia y delincuencia. Al parecer se impone aquello de ¡Demos libertad a los jóvenes…ya no más barrera a la libertad! Así se practica un hedonismo trivial y un erotismo, con la bendición de los mismos padres.

¿Qué ha pasado con la decencia y el respeto a los demás? Se han invertido los valores. Los vicios y el mbareté son “carta de presentación” de muchos jóvenes. Sin embargo, una porción mínima no está aún podrida.

El patotero no tiene límites para echar a andar su estúpida conducta prepotente, porque el combustible que le da largo aliento, al imbécil – en la mayoría de los casos - es la inutilidad de sus padres. Si cada quien hace lo que quiere, no puede haber ni respeto y mucho menos solidaridad,, por consiguiente, hay atentado al bien común.

El derecho a la paz, tranquilidad y respeto al “otro” son elementos del bien común. Nadie tiene derecho a pisotear al vecino, argumentando la ignorante y enfermiza costumbre de cacarear: “Yo estoy en mi casa, es propiedad privada, y nadie me puede impedir hacer lo que quiera”. Esta conducta demuestra faraónica ignorancia.

Luego, cobra fuerza la frase “homo homini lupus” el hombre es lobo para el hombre, atribuida al inglés Thomas Hobbes.

Y de patriotismo…¿qué decir? Al parecer, el patriotismo no es más que una moda, donde se exalta cuando hay un partido de la Selección Nacional de Fútbol o cuando llega alguna fecha patria que de nada significa, salvo para no trabajar.

No se puede ser patriota en un país donde las autoridades hacen la “vista gorda” ante hechos punibles, no se puede ser patriota en un país donde uno muere por falta de insumos básicos en cualquier hospital público. ¿Cómo ser patriota en un país donde solamente el 3 % del PIB es destinado a la educación?

Tampoco se puede ser patriota en un país donde los medios de información dedican un gran porcentaje de su tiempo al aire en hablar sobre la pelea de Rociíto o Julito o qué trapo llevó puesto algún famosillo en una fiesta. Nada digamos de quienes rechazan hablar en guaraní, entre otros colosales vyrorei. 

Algunas características de los mediocres mentales, según José Ingenieros: Confunden el buen sentido con el sentido común. El buen sentido es poder distinguir lo verdadero de lo falso. No saben para que sirven ni para que viven, no tienen personalidad, ni ideales.

Conviven con y evitan salir de la mediocridad intelectual. Su mediocridad los hace modestos, indecisos y obtusos. Para ellos es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Razonan con la lógica de los demás, no pueden razonar por sí mismos, carecen de opinión. Olvidan que las personas valen por su saber, son perezosos para estudiar, desconfían de su propia imaginación, toda idea nueva la ven como un peligro.

Son incapaces de sentir pasiones nobles, esquivan el amor, viven y mueren sin haber amado. Son incapaces de practicar virtudes porque les exigen demasiado esfuerzo. Sus hábitos son la aplicación de la experiencia acumulada por las generaciones anteriores.

Viven en ambientes rebajados, estériles o domesticados. La pereza es la madre de la rutina. Practican la moral de la hipocresía que nace de la soberbia y la necesidad de aceptación por los demás. Viven de los demás. ¿Hace falta agregar más? .



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