¡¡ADORACIÓN AL SEÑOR JESÚS!!
La Santísima Virgen María es
la criatura más excelsa salida de las manos de Dios. Podemos imaginarnos cómo será María que es la mujer proyectada y realizada
por Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso fue dotada de tantas
gracias y privilegios. Ya en el siglo II se decía: «María, por encima de Ti, sólo Dios; por debajo de
Ti, todo lo que no sea Dios. (P. Jorge
Loring)
María fue el
primer sagrario de la historia donde el Hijo de Dios en su seno virginal,
invita a la adoración. ¿Cuántos homenajes tan dignos no habrá recibido el Niño
Dios de su santa Madre durante el embarazo?
La mirada de
María al contemplar el rostro de Jesús recién nacido y al estrecharlo en sus
brazos ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que tenemos que
inspirarnos cada vez que buscamos adorar al Señor? Sólo después de ella se acercaron a adorar San
José, los pastores y los reyes magos.
María continuó
adorando a su Hijo Jesús, El Señor en su vida sencilla y humilde en Nazaret,
luego en su vida apostólica y hasta el Calvario, donde su adoración fue
sufrimiento. Ella adapta su adoración al estado de Jesús.
María le adoró,
primero en su seno, luego al nacer en Belén, mas tarde como hijo del carpintero
en Nazaret, en la etapa de evangelización y le adoró también en su agonía hasta
el Calvario, sufriendo con su divino Hijo, cuando lo tuvo finalmente entre sus
brazos y cuando murió en la cruz. Nadie como ella lo vio y lo contempló.
Cuando
festejaban cada año el cumpleaños de Jesús, seguro que María lo recordaba con
amor maternal y adoración. (Si en la época existiera el Galaxy S8 Plus, ¿las
mamás no registrarían con indecible amor todos los acontecimientos de sus hijos?
Por eso decimos sin
exagerar que María es el primer sagrario, modelo de adoración y de
contemplación. ¿Qué mujer no tiene estos mismos sentimientos hacia su hijo?
María con toda
su vida junto a Cristo y no solamente en el calvario hizo suya la dimensión de
ofrenda que aparece en el misterio sacrificial de la Eucaristía. Cuando llevó
al niño al templo para presentarlo al Señor oyó al anciano Simeón que decía del
niño señal de contradicción será y una espada te atravesará tu propia alma.
Así se preanunciaba
el drama del Hijo Crucificado y en cierto modo se prefiguraba el drama de María
al pie de la cruz preparándose día a día para el Calvario. (Lc
2, 34-35). María fue una
especie de Eucaristía anticipada según la expresión de Juan Pablo II en el
misterio eucarístico.
Se podría decir
una comunión espiritual de deseo y ofrecimiento que culminará en la unión con
el Hijo en la pasión y se va a manifestar después en el misterio pascual en la
participación en la Eucaristía presidida por los Apóstoles como memorial de la
pasión.
¡Cuánto yo quisiera adorar al Señor como le adoraba esta buena madre! Pero me consuelo sabiendo que lo mismo que ella, le poseo a Cristo en la Comunión, repitiendo una y otra vez: ¡Gracias Dios mío por darme a María como verdadera madre y ruego de tu misericordia me hagas partícipe de su gracia y de su virtud de adoración. ¡Amén!
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