domingo, 30 de octubre de 2016

ÉTICA INDIVIDUAL

“EL HOMBRE ES MÁS POR EDUCACIÓN…”

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“Ética”, dicen, “ciencia de la rectitud de los actos humanos según principios racionales. Por eso decimos que si la ética busca alcanzar fines nobles, justos y buenos, los medios para conseguirlos, también deben ser nobles, justos y buenos. No vale aquello de que “el fin justifica los medios”.

Estamos obligados a elegir, pero no estamos obligados a acertar: hemos inventado la música de cámara y la cámara de gas. Por ello es necesario una brújula que nos oriente en el confuso y agitado mar de la vida: eso es Ética. (José Ramón Ayllón).

Luego, al hombre no le queda más remedio que diseñar un mundo habitable. Elegir bien para no acabar mal: respetar al otro; respetarse a sí mismo; abrir los ojos y aprender a mirar; superar la ley de la selva; no ser lobo para el hombre. Es decir, sostener un esfuerzo inteligente al servicio del equilibrio personal y social.

Afirma Benedicto XVI: “Para el apóstol Pablo la verdad era demasiado grande como para estar dispuesto a sacrificarla en aras de un éxito externo. Para él, la verdad que había experimentado en el encuentro con el Resucitado bien merecía la lucha, la persecución y el sufrimiento.

El encargo del anuncio y la llamada al sufrimiento por Cristo están inseparablemente unidos. En un mundo en el que la mentira es poderosa, la verdad se paga con el sufrimiento. Quien quiera evitar el sufrimiento, mantenerlo lejos de sí, mantiene lejos la vida misma y su grandeza; no puede ser servidor de la verdad, y así servidor de la fe.

No hay amor sin sufrimiento, sin el sufrimiento de la renuncia a sí mismos, de la transformación y purificación del yo por la verdadera libertad. Donde no hay nada por lo que valga la pena sufrir, incluso, la vida misma pierde su valor. "Hablar para recibir aplausos, decir lo que los hombres quieren escuchar, hablar sometiéndose a la dictadura de las masas…es prostituir la palabra y el alma".

Al trastrabilleo de muchos cristianos se suma la dictadura de lo políticamente correcto, mucho más sutil que las conocidas hasta ahora, la cual pretende la complicidad de la religión, una religión que a su vez no puede influir ni en la forma de conducta ni en el modo de pensar. La nueva dictadura corrompe y envenena las conciencias individuales, y falsifica casi todas las esferas de la existencia humana.

La ausencia de Ética, como mínimo produce: a) Relativismo. “El hombre es la medida de todas las cosas” (Protágoras), es decir, que todas las cosas son, en verdad, tal y como a cada uno le parece. Así, el hombre mensura, se ha convertido en la carta magna del relativismo, al negar cualquier criterio objetivo para distinguir la verdad de la mentira, el mal del bien.

b) El mbareté. Los atenienses declararon a los espartanos: “Los que pueden imponerse por la fuerza no tienen necesidad alguna de justificación”. Entonces, violadas todas las reglas de conducta y sumergidas en el desorden, personas, familias y ciudades, triunfa la inmoralidad del “todo vale”…

Para fraguar el carácter es necesario cultivar virtudes (hábitos buenos). Una vida virtuosa es una vida con sentido. “Somos lo que pensamos, decimos y hacemos todos los días”. Por ello, “adquirir desde niños tales hábitos no tiene poca o mucha importancia: tiene una importancia absoluta”, dirá Luis González-Carvajal.

Todo cambio supone una Revolución Personal, es decir, el proceso que nace en el instante de una toma de conciencia revolucionaria, de una rebelión dirigida en primer lugar por cada uno contra sí mismo, sobre su participación o su propia complacencia en el desorden establecido, sobre la separación que tolera entre aquello a lo que sirve y aquello a lo que dice servir. (Cfr. E. Mounier).

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