jueves, 27 de octubre de 2016

«DONDE ESTÁ PEDRO AHÍ ESTÁ LA IGLESIA»

 ¿VÁLIDO SOLO PARA CATÓLICOS...?

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En 2010, justo el 29 de junio, en la fiesta de san Pedro y san Pablo, Benedicto XVI pronunció una homilía que aclara la importancia del papado para la Iglesia que fundó Jesucristo. Aquí algunas de sus palabras:

«Si pensamos en dos mil años de historia de la Iglesia podemos observar que - como había preanunciado el Señor Jesús (cfr. Mt 10,16-33) - no han jamás faltado a los cristianos las pruebas, que en algunos períodos y lugares han asumido carácter de verdaderas y propias persecuciones.

«Pero éstas, a pesar de los sufrimientos que provocan, no constituyen el peligro más grave para la Iglesia. El daño mayor, de hecho, ella lo sufre de aquello que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros y de sus comunidades.

«Esta realidad es atestiguada ya del epistolario paulino. La Primera Carta a los Corintios, por ejemplo, responde propiamente a algunos problemas de divisiones, de incoherencias, de infidelidad al Evangelio que amenazan seriamente a la Iglesia».

Lo creía la iglesia primitiva: La Iglesia, desde su misma fundación, siempre entendió el papel prominente de Pedro sobre el resto de los Apóstoles y sobre toda la comunidad cristiana. Si bien no había aún una definición dogmática del primado de Pedro - como todavía no la había de nada, ni siquiera de la deidad de Cristo - era una verdad abrazada por todos conforme se les iba catequizando.

Sólo el tiempo hizo necesaria la definición o aclaración de las verdades reveladas para hacer frente a las herejías que iban surgiendo y que pretendían introducir novedosos cambios a lo que Cristo había enseñado. Pero la ventaja que tales herejías trajeron para la Iglesia fue que ésta practicó una mayor reflexión acerca de los tesoros dados por Dios, lo que se tradujo en una comunidad eclesial cada vez más agradecida de los favores celestiales.

Así, ya desde finales del siglo VI se celebraba una liturgia latina para glorificar a Dios por la misión confiada a san Pedro, obispo de Roma, y a sus sucesores.

La cátedra de Pedro y la Verdad. En otra homilía de Benedicto XVI, dada el 22 de febrero de 2006, explica el Papa: que «cátedra literalmente quiere decir la sede fija del obispo, colocada en la iglesia madre de una diócesis, que por este motivo es llamada catedral», y que la sede de Roma «fue reconocida como la del sucesor de Pedro». Por eso, «celebrar la cátedra de Pedro significa... reconocer en ella un signo privilegiado del amor de Dios».

Y añade el pontífice: «Entre los numerosos testimonios de los Padres (de la Iglesia) quisiera ofrecer el de san Jerónimo, tomado de una carta suya escrita al obispo de Roma. Así escribe Jerónimo: ‘He decidido consultar a la cátedra de Pedro, donde se encuentra esa fe que la boca de un apóstol ha ensalzado; vengo ahora a pedir alimento para mi alma allí, donde recibí el vestido de Cristo.

No sigo otro primado sino el de Cristo; por esto me pongo en comunión con tu beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia’».

Pero quizá no ha habido nadie mejor que san Ambrosio, obispo de Milán, Doctor y Padre de la Iglesia, para resumir en pocas palabras la verdad y la riqueza del misterio petrino: «Ubi Petrus ibi ecclesia; ubi ecclesia ibi nulla mors sed vita aeterna», es decir, «Donde está Pedro, está la Iglesia; donde está la Iglesia, allí no hay muerte alguna sino vida eterna».

Afirmación totalmente apegada a lo dicho por boca de Nuestro Señor Jesucristo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella» (Mt 16, 18). Fuente: Catholic.net.

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