miércoles, 11 de diciembre de 2013

ACCIONES VICIOSAS… ¿APORTAN AL BIEN COMÚN?


<Vicios privados, públicos beneficios>

La actitud paradojal de los políticos es un tremendo desafío para entender los vaivenes de nuestra política nacional. Lo que ayer rechazaban de “todo corazón”, hoy lo aúpan con “toda pasión. (Caso Venezuela y Mercosur, entre tantas otras…) “La colmena zumbadora” o “La fábula de las abejas” célebre obra de Bernard Mandeville, publicada en 1705”, quizá explique algo, y parte de ella dice así:

“Había una vez una colmena que se parecía a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban en ella ni los bribones, ni los malos médicos, ni los malos sacerdotes, ni los malos soldados, ni los malos ministros, ni una mala reina.

Todos los días se cometían delitos en esa colmena y la misma justicia estaba corrompida. En suma, cada profesión y cada estamento estaban llenos de vicios. Pero la colmena no era por ello menos próspera y fuerte, porque “los vicios de los particulares contribuían a la felicidad pública; y, de rechazo, la felicidad pública causaba el bienestar de los particulares” (…) El lujo fastuoso daba ocupación a muchos pobres (…) La envidia y el amor propio, al servicio de los vividores, hacían florecer los comercios (….).

Las extravagancias en el comer y en la variedad de alimentos, la suntuosidad en los ropajes y de los muebles, a pesar de su ridiculez, constituían la parte más atractiva de los comercios (…). Dado que el vicio engendraba astucia y la astucia se prodigaba en la industria, poco a poco en la colmena fue creciendo la abundancia, las comodidades, el descanso, que se convirtieron en bienes tan comunes, inclusive para muchos pobres” (…).

Pero se produjo un cambio en el espíritu de las abejas: tuvieron la singular idea de no querer ya más que, honradez y virtud. El amor exclusivo al bien se apoderó de los corazones y la colmena se vino en ruina. Jueces y abogados pronto quedaron sin trabajo. Al vaciarse las prisiones, tampoco se necesitaban carceleros, celadores y verdugos.

Como se eliminaron los excesos, desaparecieron las enfermedades y ya no se necesitaban médicos. Las abejas se volvieron honradas y carecían de ambiciones, no gastaron en lujos, se hundió el sobreprecio de la tierra y de los edificios. Las modas dejaron de sucederse y empobrecieron a los que vivían de ella. La vida se hizo miserable en la colmena, y muchas abejas empezaron a emigrar (…). Solo quedó a las abejas supervivientes la desnuda honradez.

La conclusión de Mandeville es inequívoca: Solo unos imbéciles pueden pretender vivir honradamente, sin robar, ni joder al prójimo. Es necesario que continúen el fraude, la mentira y la corrupción si queremos volver a gozar de los dulces beneficios. (José R. Ayllón – Desfile de Modelos p. 134).

Y Luís González-Carvajal en “Ideas y creencias del hombre actual p.117, dice: “Otros dirían después que <la astucia de la razón> (Hegel); <la intención de la naturaleza> (Kant) o <una mano invisible> (Adam Smith), consiguen que los hombres egoístas acaben promoviendo fines altruistas sin querer”

¿Qué porción de esta torta corresponde a nuestra muy querida colmena guaraní?

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