“La respuesta amable calma el enojo; la respuesta violenta lo excita más. Una respuesta amable calma la furia, una palabra hiriente hace que aumente la cólera”. (Proverbios 15, 1)
“La blanda respuesta quita la ira, la palabra áspera hace subir el furor”. Si hablas con bondad, las personas que estén enojadas se tranquilizarán. Si hablas gritando, sólo se enojarán más”. (Pr. 15:1)
“Recibir mensajes desagradables -es parte de las conversaciones- pero evitarla tampoco ayuda a mejorar la situación, porque posponer el diálogo puede resultar peor. Existen algunas prácticas que pueden ayudar a suavizar el momento y mantener nuestras relaciones personales intactas. Afirma Vero Saldaña.
“Según la actriz británica Rebecca Knight, la clave está en aprender y entrenar sobre cómo manejar estas conversaciones, para así disminuir el dolor que pueden ocasionar en nosotros y nuestro interlocutor, y rescatar un resultado positivo de la misma”.
*Cambia tu mentalidad. Si piensas que vas a tener un diálogo “difícil”, entonces te predispones a sentirte molesto y nervioso. Dale un giro positivo, piensa qué bueno es comunicar una retroalimentación con muchas áreas de oportunidad, es decir, intención ayudar a la otra persona, mostrarle en qué aspectos puede mejorar.
*Respira. Respirar profundo ayuda a calmarnos y así, poder manejar mejor un diálogo difícil. Hacer pausas a lo largo del día ayuda a reenfocarnos y puede servir cuando una conversación se torna dura. Si es el caso que un colega discute contigo de manera áspera, excúsate. Toma un tiempo para calmarte, camina, respira.
*Planea tu conversación. Planear lo que vas a decir y cómo lo vas a decir. Es improbable que la conversación vaya a desarrollarse de acuerdo a nuestros gustos. Pensar con antelación los posibles caminos que puede tomar, ayudará a estar mejor preparado.
La estrategia de tu conversación deberá ser flexible y tu lenguaje simple, claro, directo y neutral. Empatiza con la perspectiva de tu interlocutor. Antes de ir directo al tema, hazte dos preguntas: ¿Cuál es el problema y cuál es el problema según mi interlocutor?
Conocer el punto de vista del otro es importante para demostrarle que nos interesa entender su punto. Escucha detenidamente qué dice y cómo lo dice, y toma un momento para procesar esta información. Así, se podrá encontrar el terreno común sobre el cual ambos pueden construir juntos.
Conversa lento y escucha. Para mantener las tensiones a raya, disminuye el ritmo del diálogo. Hacer pausas antes de contestar, da la oportunidad de meditar tu respuesta y escoger las palabras correctas.
Ayuda a calmar los ánimos de la otra persona. Si tomas tiempo de escuchar el mensaje de tu contraparte, podrás conocer mejor su inquietud y atenderla de mejor manera. Que tu lenguaje no verbal coincida con tu atenta escucha.
Si la conversación trata sobre un asunto que afectará a otra persona, como un despido, ofrecerle algo a cambio: escribir una carta de recomendación favorable. O si se trata de rechazar alguna tarea que no te es posible realizar, ofrece alguna alternativa que le demuestre al otro que tienes respeto e interés en ayudar. Reflexiona y aprende.
Después
de sostener un diálogo difícil, es valioso evaluar el resultado. Piensa en
el porqué de tus acciones y qué podrías hacer diferente. Además, es provechoso
ver el modo en que otras personas sostienen conversaciones difíciles y aprender
de sus tácticas. ¡Ta upéicha!