Y es verdad que nos equivocamos. Pero, es engaño decir tener derecho a equivocarnos. Por consiguiente, la fórmula: “el hombre tiene «derecho a equivocarse» es ignorancia; mala fe o ambas cosas, porque nadie tiene «derecho» a cometer error”.
Tenemos “derecho” a ser comprendidos por nuestras faltas, a ser aceptados con nuestros errores, a ser perdonados por nuestras estupideces, a ser reconocidos como seres que inevitablemente pecamos… setenta veces siete.
Nos equivocamos por ignorancia, sin querer o queriéndolo… ¡No
por derecho! Quien mata a su mamá lo hace por rabia, locura, venganza, accidente…
nunca será por “derecho”, porque, nadie tiene derecho al desatino, al
error.
Ya Sócrates decía: “Quien pregunta si es licito pegar a la madre…no merece explicación, sino azote”
Una cosa es aprender de los errores para no volver a cometerlos y otra muy diferente, es decir, “errar es humano”, y por eso nos equivocarnos. No falta quien diga: “equivocándote es como aprendes”. No es verdad, aprendes cuando ya no te equivocas.
Si insistimos en la idea de que todos tienen el derecho de equivocarse, es que, definitivamente, viviremos en el error. Una cosa es decir que el que se equivoca de buena fe no debe ser castigado y otra, sostener que la equivocación es algo loable.
Un ejemplo: Si alguien afirmara que Ciudad del Este es la capital de Francia, le diríamos que está equivocado, y si no lo convenciéramos, pensaríamos que anda mal de la cabeza. Nadie tiene “derecho” a equivocarse. La imposición de una mayoría, no siempre es lo correcto.
Un ejemplo: Así se abren dos caminos en un colegiado: uno, autoritario que impone una mayoría y salva a los colegas de las garras de la justicia y se excomulga a la minoría. Y otro, permisivo, que balbucea “abstención” …
Dirá Ricardo A. Guibourg, Director de Filosofía del Derecho de la UBA: “No hay, pues, derecho a equivocarse, sino dificultad para demostrar quién se equivoca.
Como no se “cambiar a los médicos por curanderos, sería absurdo dar pie a proyectos políticos científicamente descabellados”. Conclusión: nos equivocamos por ignorancia o por sinvergüenza. Errar es humano. Pero nadie tiene derecho a matar o decidir sobre la vida de otro ser humano.
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