Dice Charlie Gómez-Vírseda, SJ: El
problema es que amar no es tan sencillo. Como lema está muy bien pero a la hora
de concretarlo, surgen los problemas. Porque a veces aquello que creo que es
amor no dura en el tiempo.
Otras veces, detrás de un acto
aparentemente generoso, descubro que me estoy buscando a mí mismo; que en
realidad me ofusco si no se me agradece lo suficiente. Quiero amar, pero
depende de a quién.
Hay gente a la que soy incapaz de amar
porque me producen rechazo, o me son desconocidos, o simplemente porque ellos
tampoco me tratan bien. A veces no amo por miedo a que me hagan
daño.
Prefiero simular un sucedáneo de amor,
que me permite pasar página sin que duela. En ocasiones, amar supone renunciar
a mi tiempo o a mi libertad. ¿Un voluntariado? Sí, pero en cuanto llegan los
exámenes…
¡Qué fácil es querer el bien… pero qué
difícil hacerlo bien! Ahora me doy cuenta de la cara oculta de esta
frase: ama y haz lo que quieras. Sí, pero ¿quién me enseña a mí a amar?
¿Quién es capaz de proponer un amor
incondicional hasta el final? Es ahí donde el cristianismo responde con una
vida, con una historia, con un nombre. Jesús de Nazaret, el rostro de Dios
vivo.
En el Evangelio se cuenta la vida de quien tuvo el valor de pasar haciendo el bien
hasta sus últimas consecuencias. Una vida donde caben silencios y palabras;
oración y acción; lágrimas y amistades; consuelos y broncas; alegría y cruz.
Es la vida de quien se hacía llamar
Maestro y amó hasta el extremo. Porque quizá, sólo con él y como él, sí que se
puede decir: ama y haz lo que quieras.
Pero, ¡cuidado Goyín!.. “Ama y
haz lo que quieras”… no es dar
riendas sueltas a tus caprichos y ocurrencias, sino lo que realmente es bueno querer.
No lo que te digan los sentimientos, o tu capricho, no, no… ¡lo que puedas
realmente querer!.
Haz lo que quieras, no es tu estúpida
borrachera, tu insano capricho, tu depravado gusto, violando normas y molestado
a terceros con alto volumen de tu equipo de sonido, el “perreo”…entre
otras perversas conductas condenadas por la sociedad decente.
Sé amigo Goyín que no haces todas
estas “goriladas” por malo, sino por tener la conciencia averiada, errónea, tal vez porque en tu casa nada aprendiste. Pero como somos amigos y de
verdad te aprecio, me permito ofrecerte una corrección fraterna. (¡Yo también fui en el pasado un aborto social!)
Me despido de vos con sincero aprecio y las siguientes citas: “Más
vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto”. “Más
confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa.” (Prov. 25, 5-6)
¡Hasta
la próxima semana amigo!