Pero, ¿qué ocurre si surgen puntos de diferencia, de convicciones? ¿Importa que entre los amigos la relación sea viciosa o virtuosa? ¿Cómo resolver conflictos surgido de mis convicciones morales?
Dice un profesor, urge aprender el difícil arte de corregir, tener claros objetivos: sanar injusticia y ayudar a mejorar al otro. Hace falta buscar la mejor manera de practicar la fraterna corrección. Y agrega:
La corrección nace de la esperanza y evita todo exceso que ofenda al otro sin razón. “Corrige a tu hijo mientras puedas, no lo mates a causa del castigo” (Pr. 19,18)
En una sociedad trivial-pereri donde ñandeko, “por el bien de la paz, no tener líos o ser criticado de argelado-kanguero”, muchos optan por eludir sus obligaciones, mientras brilla el testimonio de quienes tienen la caridad de corregir con tacto y prudencia.
Es
posible que tales personas sean despreciadas y consideradas entrometidas o metiches,
pero, tampoco, faltarán reacciones positivas y cambios en conductas de quienes oyeron
una corrección fraterna, fruto de sincera amistad.
Una corrección con amor y respeto ayuda a quien actúa mal, incluso a cambiar de vida. Agradecerá la buena intención y quizá se esfuerce por vencer defectos, pudiendo reparar algún mal, dando pasos, hacia un futuro mejor.
Todo humano debe estar unido, más aún los cristianos; unión no es uniformidad. Debe aprender a vivir en paz y fidelidad el mensaje de Cristo y su Iglesia.
“Ámense como hermanos unos a otros, dense preferencia, respétense. Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor…” (Ro 12:10-12) Podemos vivir fraternalmente con los que piensan diferente: Liberales, colorados, cerristas, olimpistas, gordos y flacos.
“Unión de cristianos es unión de corazones y espíritus. Que nos una el amor a Cristo y a los hermanos, ya que no nos une el intelecto, porque cada quien piensa distinto”.
Sin amor, es imposible llegar a poseer la verdad; sin amor se podrá estar en la verdad filosófica, porque ésta es solamente conceptual, pero no en la verdad cristiana, que en esencia es vida, y vida es amor.
“En lo necesario, unidad; en lo contingente, libertad; en todo, caridad” (San Agustín). “Hermanos, en el nombre de Jesucristo, que todos vivan en armonía, entre ustedes no haya divisiones, que se mantengan unidos en un mismo pensar y sentir” (1 Cor, l, 10). ¡Ta upéicha anguiru!
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