jueves, 5 de octubre de 2023

LAICO ¡Comprometido!

 

Es aquel que sigue a Jesús sin condiciones en medio de los acontecimientos del mundo. Es amarlo, imitarlo, estar de acuerdo con Él, ser su amigo, dice el profesor de teología Gustavo Daniel D’Apice. 

¿Quiere decir todo esto que nosotros, los judíos, somos mejores que los demás? ¡Claro que no! Como ya les dije, seamos judíos o no, todos somos pecadores (Ro 3:9-31). Pecado mortal es cuando, con conocimiento y libertad hago algo que me aparta de Dios. Entonces, pierdo la comunión con Él. Rompo la unión para seguir mi propio camino.

Cuando esto sucede y me arrepiento, es decir, quiero seguir unido a Jesús, no tengo que dudar en levantarme rápidamente, pedirle perdón con mucho amor y restablecer la comunión perdida.

La naturaleza de pecado es esa parte de los seres humanos, que nos impulsa a hacer el mal. La Biblia dice que tenemos una naturaleza caída. No solo cometemos pecado, sino que está en nuestra naturaleza el hacerlo. La naturaleza del pecado se cita en Romanos 7:258:3; y 2 Pedro 2:18.   

“Hagan morir todo lo que hay de terrenal en ustedes: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni se deje llevar por la avaricia, que es una forma de idolatría (Col 3:5)

Dios creó a Adán y Eva, los llamó “buenos”, junto con el resto de su creación. Ellos no tenían pecado. Pero, comer de la fruta prohibida tuvo mala consecuencia. El hijo de Adán y Eva desobedeció y Caín, asesinó a su hermano (Génesis 4:8)

Un laico comprometido, está comprometido con Cristo. Por eso está unido a Él, procura hacer la Voluntad del Padre sirviendo a los demás. Todo laico, por su bautismo, se compromete  con Jesús. 

Así las cosas, es mucho lo que nos queda por hacer: reemplazar el ardor de la violencia por la vehemencia del amor; cambiar nuestro viejo estilo de conquista en el apostolado por la más evangélica actitud de servicio a los demás, dice A. Milagro, y agrega: 

Es más lindo morir por una bella causa que matar por ella; es más constructivo trabajar por un “día de guerra para la paz” que trescientos sesenta y cuatro de paz, para la guerra. 

Es bueno llegar a una meta, es mejor ayudar a que otros lleguen con nosotros, compartir el pan con el hambriento, el techo con el peregrino, la capa con el desnudo, la amistad con el solitario, la alegría con el triste, la angustia del que sufre, la fe y la oración con el no-creyente. 

Compartir es convivir; convivir es simplemente vivir, porque una vida no se comparte, no se convive; y si no se convive, no se vive; y si no se vive, se está muerto. Cuántos que dicen vivir, están muertos. No es fácil tarea, porque somos pecadores...pero se puede lograr con la ayuda de Ñandejara. ¡Ta upéicha!

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