Cuando el ángel entro en la casa de Tobías, lo saludo
diciendo ¡Que disfrutes de mucha alegría! (Tobías 5-10). Cuentan que en el Japón,
los profesores en su primera lección, enseñan a las criaturas japonesas a
sonreír.
Luego, es bueno darnos cuenta que, naturalmente, somos
movidos a ser alegres. “Todos los hombres buscan la felicidad, aun aquellos que
se ahorcan” (frases atribuidas a B. Pascal).
Es verdad que todos los impulsos de nuestro ser, los
esfuerzos de nuestro pensar, todos nuestros actos tienden espontáneamente hacia
la felicidad, que es necesaria para vivir, como el aire para respirar, como la
sangre para el organismo.
Por consiguiente, la risa, dice el cura Fernando M.
Álvarez de Miranda S.J, en su libro “Vivir la Bondad”, es una práctica
higiénica y saludable, tanto física como moralmente. Para determinadas personas
cabría indicar hasta una terapéutica de la risa.
Se afirma en charlas de higiene mental, que la risa es
tonificante y preventiva. La risa, esa risa espontánea y fácil, simple y
transparente, es la “carta de presentación” de la criatura.
Sabemos que una criatura con cara seria preocupa; un niño
de aspecto grave desorienta; es mejor que llore, porque, de las lágrimas de una
criatura a la risa, hay solo un paso. Se oye decir que la
rigidez es buena en las piedras, no en un rostro humano.
Aseguran que el buen humor y la risa reducen el riesgo de
fomentar achaques, males o enfermedades crónicas, porque el estrés -con el tiempo-
puede dañar y mucho, la mente y el cuerpo. Por lo dicho, el humor y la risa
reducen los peligros.
Incluso -según aseveran- se ha demostrado que la risa y
el buen humor, pueden ayudar a reducir el riesgo de coágulos sanguíneos,
enfermedades cardíacas, entre otros males que se relacionan con el estrés
producidos por la angustia, ansiedad o tensión constante.
Los profesionales recomiendan hacer ejercicios
con frecuencia, dormir lo suficiente, alimentarse correctamente, no encerrarse,
participar de actividades sociales, hacer cosas que provoquen satisfacción,
caminar, y sobre todo, confiar en Dios.
Señor, dame la fuerza en poner en práctica… la sonrisa. ¡Ta upéicha!
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