jueves, 29 de diciembre de 2022

SINCERIDAD ¡Virtud de Valientes!

 
El 8º. Mandamiento dice: “No levantar falsos testimonios ni mentir”. Mentir, dice Santo Tomás, es una “declaración en desacuerdo con la mente”. Definen la mentira como una declaración falsa con intención de engañar. Luego, es urgente “trabajar la sinceridad”. 

Según David Isaac, “el niño es apto para ser educado en la sinceridad desde los 7 años, aunque, se puede comenzar antes. No se trata de sermonear mucho a nuestros hijos, sino de aprovechar cada ocasión para influir en el crecimiento de su amor a la verdad”. 

Dice el Papa Francisco: “El hipócrita teme a la verdad. Finge en vez de ser uno mismo. Es como disfrazar el alma, disfrazar las actitudes, disfrazar el modo de proceder. No es la verdad. Tengo miedo de proceder como soy y me disfrazo con estas actitudes”. 

Fingir impide la valentía de decir abiertamente la verdad y así se escapa a la obligación de ser veraz, sea donde sea y a pesar de todo. Fingir lleva a la media verdad, a una ficción pues la verdad es o no es verdad, y la media verdad es el modo de actuar, no sincero. 

El hijo debe entender que ser sinceros no es de tontos-vyro, aunque le traiga algunos líos. Que, “decir la verdad” crecerá la confianza que los padres y amigos tienen en él. 

La educación en la sinceridad ayudará al niño a saber elegir sus amigos, procurará que éstos sean sinceros. Así, le das cada vez más libertad y responsabilidades; confías en él, y verá la sinceridad como algo muy positivo.  Porque nadie se fiará del chico mentiroso. 

Cada vez que es sincero, aprovechar la ocasión para reforzar la bondad de su acción, que sepa el valor de ser sincero, lo bien que actuó y lo lindo que es para él y para los demás. 

Así, contará con la confianza de sus padres y de otros. Hay que decírselo en el momento oportuno. Si le damos libertad y confianza, por primera vez para que vaya de excursión, le aclaramos que la libertad se ganó por ser sincero. Y valorará la sinceridad y la amistad. 

Pero, preguntémonos… ¿soy sincero cuando suena el teléfono y digo al niño la piadosa mentira: “dile que no estoy”?... total ¡no es “nio” tan grave, “es ko” una mentirita nomás! 

Quizá mentimos para librarnos de la “suegra o del cobrador,” sin caer en la cuenta que dañamos gravemente la conciencia del hijo. ¿Cómo defenderá la verdad, si hacemos del hijo un vehículo de nuestras mentiras? Es igual si el hijo escucha cuando mentimos.   

¡No mintamos! Los niños son muy sensibles a las mentiras, no los condenemos a ser mentirosos. Si les machacamos diciéndoles “mentiroso”, es probable que acabe siéndolo de verdad. Y ojo con la tele. 

Como en cualquier otra tarea educativa, la dichosa tele puede echar por tierra en tan sólo minutos todos nuestros esfuerzos. Aunque dejemos la piel en hacerle ver al niño lo lindo que es decir siempre la verdad, si el héroe de su serie favorita miente, estamos perdidos. 

La televisión puede ser un excelente medio educativo, pero si queremos evitar abusos, hay que estar muy pendientes de los ejemplos que inculca a nuestros hijos. Y cuando el niño confiese su falta, hagámosle entender cuánto valoramos su verdad... Debemos hacer mucho hincapié en felicitarle por su valentía. 

Y tratar de explicarle que siempre que diga la verdad, se le perdona a él y se le quiere aún más, pero no se perdona la acción, y que debe tener por lo tanto un castigo. El perdón y el aplauso son para él, y el castigo para la acción. (cfr “Formando Familia”)

1 comentario:

  1. Pilato pregunto ....y que es la berdad ? Sabiendo bien su desicion final y se lavo lad manos ...

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