Hoy
sufre la humanidad una crisis que acaso la historia no haya tenido otra igual. Esa
crisis, política-social-religiosa, se corresponde con la crisis de la razón, que pretendió
guiar y ordenar la vida humana.
Esta crisis de la razón derivó en crisis
de la autoridad, de la convivencia, de las ideas mismas. ¿Qué ideas se
respetan o se salvan en esta confusión, qué ideas hay de Dios
que con su luz pueda orientar y encauzar la humanidad?
Estamos en este “océano de escepticismo”
en cuyo cielo no hay ninguna estrella que pueda orientar al hombre en su rumbo.
La crisis que atraviesa la humanidad es, por lo tanto, crisis de fe y, al mismo tiempo, crisis de la razón proclamada autosuficiente.
“Mi inteligencia en mí, lo mismo que mi corazón, es parte interesada y no puede sustraerse a los intereses que ventilan mi cuerpo o mi corazón. No puede ser un juez imparcial sino siempre es elemento interesado”. La sola razón no basta si no hay radical apertura hacia la naturaleza humana.
Pascal dice, <no puede definirse al hombre como animal racional, sino como un animal racional y religioso, que está llamado a lo infinito. El hombre por sí mismo no puede alcanzar el infinito: es una mezcla misteriosa, inexplicable, de grandeza y de miseria; de bestia y de ángel>.
No puede menos que reconocer su
debilidad. <El último acto de su razón es saber que no puede saber todo> Pero desde el momento en que la
razón llega a reconocer su propia limitación, queda abierto el camino para que
la verdad nos sea revelada.
El hombre, por la sola razón es incapaz
de descubrir su real dignidad humana. El caos y confusión de ideas, derechos y
deberes, seguirá hasta que reconocer que el otro -pobre, rico, amigo
o no, compatriota o no-, tiene derechos… dignos de nuestro respeto.
“No pocas veces el hombre de hoy se
ignora a sí mismo, se desconoce a sí mismo, desconoce su dignidad y es un
juguete cuando no una piltrafa, o una cosa cualquiera que no merece respeto ni
se hace respetar”
Luego, no queda ya principio, ni
autoridad moral alguna, en esta sociedad en conflictos. La autoridad perdió
credibilidad. El terrícola -en general-, hoy está vacío de ideales y se convirtió
en un animal que persigue sus instintos sin frenos ni barreras.
¿En nombre de qué o de quién se va a
proceder a poner orden, a establecer la justicia, si la justicia para unos es
sed de venganza, y para otros, aniquilación del prójimo?
¿Qué hacer? Esta crisis tendrá
solución en el retorno de la humanidad a los principios de la fe. La razón
humana débil y enferma encontrará su curación en el retorno a Dios; La inteligencia
necesita creer y cuando no cree en Dios… cree en el hombre.
Por tanto, la sociedad está constituida
de hombres con acceso y exceso de lamentable delirio. Esta explosión de egoísmo
y desatino es proclamada como valor supremo, quedando la verdad y la ley
supeditada al hombre. (Ej. en nuestra fauna guaraní sobran)
La crisis sólo será superada por el
espíritu cristiano del amor y fraternidad, basado en la conciencia de
la igualdad de todos los hombres. Cuando nuestras acciones no sean motivadas por ambiciones particulares, sino enfocadas
hacia el bien comunitario.
Solo poniendo fin a arrogancias,
envidias y odios, puede venir la solución de este caos. Sólo la fe
y el amor al prójimo, pueden ser la base fundamental de u n nuevo orden al que
todos estamos llamados: "humanizar al hombre y a la sociedad". (cf. Arizmendiarrieta-El hombre cooperativo p. 56) continuará...
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