¡Claro que lo recuerdo!:
era un capo en botánica. Pero el mundo va caminando al revés Goyín. Cuando se
sale de lo normal para ingresar a la ancha avenida de lo ridículo,
es muchas veces, más por ignorancia...
Y no digo que está bien, sólo explico... no justifico.
Y no digo que está bien, sólo explico... no justifico.
Al iniciar nuestro ñemonguetá,
tomo -ñane ñe épe- la enseñanza de Yolanda
Vallejo, articulista de opinión en la Voz de Cádiz que entre otras cosas, dice: "Porque la vanidad y envidia…o hejá no solo un
sentimiento de insatisfacción, sino aveí, un complejo de inferioridad"...
Y lo de
sentirse inferiores parece que no va con el modo vyro-chusco de la fauna guaraní.
Quizá
porque, de algún modo, nos aplasta la baja estima que tenemos de nosotros
mismos, y por el imbécil afán de ser admirados por otros mortales. Una mayoría
de la fauna peloteril, resulta ejemplo de espantoso gusto (tatuajes, corte de pelo,
conducta, etc.).
Es
inherente a la naturaleza humana. Por vanidad somos capaces de cualquier cosa.
Parafraseando al poeta
Machado (sustituyo España) por: “Paraguay, siempre fue «un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín».... ¡Es lo que hay!.
Ejemplos sobran. Vemos
ridículos cortes y colores de pelo, modo de vestir, hablar, de conductas,
incluso, delincuenciales. Invocando libertad, competimos por quien es,
y hace
más idioteces. En este culto al feo gusto e indecencia, tampoco faltan
adultos... “progres”.
Así las
cosas Goyín, como la vanidad se alimenta de la ignorancia, el sustento lo tiene
asegurado, aun en tiempos de pandemia.
El pedagogo y escritor
Estadounidense Amos Bronson Alcott (1799-1888) ha dicho: La enfermedad del ignorante es
ignorar su propia ignorancia. Y para concluir, te sugiero leer
completito, como termina Yolanda su precioso artículo:
Los
vanidosos son –somos, no vamos a quitarnos mérito a estas alturas– legión. La
vanidad también se viste de muchos colores, como su hermana la envidia. Se
viste de viaje exótico –o no tanto–, se viste de blanco para una fiesta –o no
tanto–….
La
vanidad nos obliga a bailar una coreografía de apariencias, éxitos, triunfos, de ‘me gusta’, de visitas a nuestros espejos virtuales, de aplausos y de
emoticones que guiñan ojos o tiran besos.
La
ignorancia es más osada, siempre lo fue.Y juntas, son
invencibles, o insufribles...
La
ignorancia legisla y establece normas que producen monstruos. Lleva un megáfono y viaja en autobús. La ignorancia se sienta en los despachos
oficiales y escribe los libros de historia...
Es
horrible. Somos un país de vanidosos ignorantes. Le dimos la
espalda a la envidia cuando nuestra ignorancia empezó a darle de comer a
nuestra vanidad... Lo triste
es que pasamos de la ruindad de la envidia y el cainismo, al narcisismo
más burdo y más hueco, sin transición;
Pero ya
lo dice el refranero –tan español, por cierto– «más te vale ser envidiado que
envidioso». Y nos lo hemos tomado al pie de la letra, culmina Yolanda.
Entonces Goyín...que el amigo Libó se tiña el pelo de varios colores y gaste la poca plata mutilando su vieja "carrocería" con horrorosos tatuajes...es cosa de él. Cada quien es libre de "comerse su propio seso"...si quiere. No lo critiques..¿SI PA?
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