Libertad es dignidad
y derecho por excelencia. Es la “puerta” que posibilita la obtención de
otros derechos del humano: Sin libertad hay esclavitud. Libertad y soberanía son dos caras de la misma moneda.
Solo quien es realmente libre, es soberano, decía aquel profesor.
La soberanía es también un derecho. El
derecho a ejercer autoridad, poder o supremacía social, religiosa o política.
Por eso, cuando se utiliza mal, peor todavía si la clase política domestica y
aplasta al pueblo de quien “cacarea” ser servidor.
Sabemos que en nombre de la “soberanía” se
cometen atropellos, se persigue y se mata. No necesitamos que nos den lecciones
de la actual “soberanía nacional”, donde la inseguridad, el crimen, el robo, la
impunidad y todo el caos establecido, sientan su reinado.
Es que, ¿no se siente “libre
y soberano” el ladrón, estafador, corrupto, violador…además de una gran
porción de indeseables políticos que masacran al pueblo? ¿No se siente soberano
quien trafica compraventa de sentencias y absoluciones?
¿No se sienten “libres y soberanos”
quienes ejercen autoridad permitiendo (según modus vivendi) que
cualquier común haga lo que le viene en gana dañando al semejante y al bien
común, mirando para otro lado o coimeando, con síntoma de cobardía
ponciopilatiana?
Pilar Callizo, abogada y docente sostuvo que todos los
años mantenemos el quinto lugar como el país más corrupto en América Latina.
Según el informe de Transparencia Internacional
Paraguay es superado por Venezuela, Nicaragua, Guatemala y Honduras. “Es un
indicador que lo tenemos permanentemente en la zona roja de corrupción en el
mundo” (Diario
digital Ñanduti 23.01.2020).
Una gran mayoría de la población
paraguaya, vive desmejorada, mientras, unos pocos con caparazón de poder
político se enriquecen faraónicamente. Prometen en campaña, este y aquel candidato,
que la gran mayoría vivirá mejor si votan por ellos. Para ello, es necesaria acciones
honestas e íntegras de la fauna política.
Pero, la corrupción de este sector, contaminando
rápidamente a la sociedad, hace que la ciudadanía mire con malos ojos a la trasnochada clase política.
Definitivamente, es urgente que gran porción del funcionariado público, divorciado
de la ética ya no robe, coimee ni extorsione impunemente, haciendo del servicio
público en una ocasión de riqueza mal habida.
Esta carencia de valores éticos ha sido expuesta
por la prensa al desnudar los sobresueldos, los casos de nepotismos y los tráficos
de influencia de algunos legisladores. Así, se van distanciando representantes
y representados. El rechazo es generalizado.
El sector privado no queda lejos de las instituciones
públicas débiles. Escuelas, estaciones de servicio, entre otras, en vez de
cuidar los bienes de la sociedad, se descalifican (oñemnbotavy) al renunciar
a hacer algo en defensa del bien común. Se subordinan al poder del dinero.
Ej: “La queja constante es que los
futuros “profesionales” copan las
estaciones de servicios, en las inmediaciones de las
universidades privadas y aprovechan la noche para ingerir bebidas alcohólicas y
protagonizar desenfrenos, que llegan incluso a agresiones mutuas.
Ante este escenario, la denuncia de los
vecinos de las diferentes casas de estudios instaladas en la ciudad, es que los
universitarios copan los surtidores de la zona y provocan todo tipo de
disturbios, pues no existe control alguno.
En ese contexto (…) estudiantes después
de las clases se trasladan a la estación de servicios donde la ronda de tragos
empieza a tempranas horas. Luego, comienza la música a alto volumen,
iniciándose así la fiesta que causa una enorme molestia a la vecindad. (La Clave.com.py
20.02.20).
Luego, en este caso, ¡LIBRE Y SOBERANO! es el delincuente.
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