martes, 9 de abril de 2019

AUTORIDÁ…

¡¡MARCANTE  VAI  ANGUIRÚ!!

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Una característica de la mayor parte de los correlíes de este o aquel partido político es que se sienten traicionados por sus líderes. ¿Cuántas veces escuchamos vociferar aquí, allá, en la radio y redes sociales, contra de este o aquel “inútil… mondahá” que vive mamando de las tetas de la comadrona estatal?

El py´a ro, se debe a noticias que la autoridá (en distintas reparticiones públicas) viven en constantes peleas como en un nido de serpientes. Lo que para ellos, hoy es deplorable, mañana es recto y veraz. Interese$ personales ¿priman por sobre el general?.

Me pregunto si la rabia y desprecio que se manifiesta contra los nuevos epulones, ¿no será por la doliente envidia de no poseer “astucias, desvergüenza y camandulería” de aquellos?

Muchos, al asumir el cargo dicen que al final de su gestión, saldrán por la “puerta grande”, aunque no pocos, se cuelan por el “agujerito” para salvar el pellejo, generalmente comprando conciencia y sentencia a bucaneros de la “justicia”.

Hablamos de “élites y masas”, es decir, de explotadores y explotados. La experiencia nos indica que las masas tienden a la apatía, al desinterés, al ñande ko upeichante voi. Pero, sabemos también-porque lo hemos vivido- que al sacudirse de su beata somnolencia, las masas motorizan instintos impulsivos-desmedidos-destructivos.

La historia enseña que las masas son capaces de lo mejor y de lo peor. Todo depende de las élites que las conduzcan. (cf. Ignace Lepp-Escándalo y Consuelo p 10). Es posible que algunas veces -dice el dicho- que “el árbol nos impida ver el bosque”; pero también es verdad que “el bosque no debe impedir ver la bellezas de cada árbol, en particular” (p.13)

O sea, a pesar de ese cuerpo de pecado, ergo,"gente no común" que constituye gran parte de la fauna política en reparticiones públicas (parlamentarios, diputados, ministros, jueces, concejales, etc.) hay, aunque en grado ínfimo, gente limpia y veraz, por aquello de que no existe el mal absoluto.

De lo antedicho, podemos afirmar que hay santos -no en el sentido canónico del término- que luchan por vivir honestamente, con patriotismo y respeto al bien común y a los demás.

Es evidente, que no se requiere de gran inteligencia para advertir que muchos “eternos vividores” del Estado, prosperan en tiempo record, sin frenos ni barreras. Y para colmo, ostentan grotescamente su mal gusto, debido a su origen de modesto linaje.

Es como si una dama se ganara la vida trabajando en una tienda, pero “todo el mundo” sabe que los grandes ingresos económicos provienen del comercio de su encantadora masa corporal.  

Con tal desolador panorama, la injusticia envilece a la mala autoridá. Luego, no se extreñe si algún apóstata o ateo diga: “Parecería que Dios creó al mundo para divertirse y complacerse sádicamente con el espectáculo de la fealdad de los dolores de sus marionetas". Absurda fatalidad” (p.118)

Necesitamos activar nuestro compromiso bautismal, para alzar la voz de protesta contra las injusticias que se cometen, sobre todo contra los más débiles y con esa voz, hacer presente, el carácter profético que el Espíritu Santo nos regaló en el bautismo. El tiempo de Cuaresma es propicio para redimirse.

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