Diómedes Villalba,
funcionario municipal se encontraba haciendo las tareas de limpiezas en la
playa San José de Encarnación, cuando encontró una billetera con USD 1.500 y G.
600.000 en su interior. El
humilde trabajador tiene cinco hijos y cuentas atrasadas por la compra de
una moto.
“Muchas cosas se me cruzaron por la mente...cuentas pagar y el dinero me iba a venir bien, pero pensé que mis deudas las puedo
pagar, pero si me quedada con la plata ajena no iba a quedar bien con mi
conciencia... llamé y me atendió una señora que vive en Argentina”, señaló
Diomedes.
El hombre fue
reconocido por su noble acto por parte de la comuna encarnacena que lo
distinguió con “la promoción de la honestidad de un servidor público”. Además, un aumento salarial, donación de un terreno y la cancelación de algunas
cuentas. Dijo que por su honestidad hoy recibe mucho más de lo que encontró.
La lección es: Sé honrado contigo mismo,
con los demás y con Dios en todo momento. Cuando uno es íntegro, recibe bendición,
paz y crece la autoestima. La falta de integridad perjudica a uno mismo y a los
demás. Uno puede ser honesto…pero no íntegro. ¿Quién realmente soy cuando nadie
me ve?
Integridad significa pensar y hacer lo
correcto siempre (no algunas veces), sin importar las consecuencias. La persona
íntegra, vive de acuerdo con sus normas
y creencias, aunque nadie lo vea. El íntegro vive de tal forma que su pensar
y conducta están siempre en armonía con su conciencia (no solo tranquila) sino
sobre todo limpia. (Muchos delincuentes afirman tener la conciencia
tranquila…pero, ¿está limpia?)
Alguien dijo que cuando en la sociedad
hay vidas íntegras, los beneficios son muchos: No se gastaría tiempo y dinero
en sofisticados sistemas de seguridad. No habría necesidad de tantas llaves y
candados en puertas, ni levantar tres metros de pared o muros alrededor de la
casa.
Las empresas y negocios tendrían menos supervisión porque los empleados rendirían honestamente. No se necesitaría tanta fuerza policial porque con gente honesta el crimen de la deshonestidad, mentira y robo disminuirían. No existiría tráfico ni consumo de drogas, dos actividades vinculadas con el fraude y el engaño.
El número de divorcios descendería y los
hijos sufrirían menos, porque no habrían tantos mentirosos, adúlteros ni tramposos.
Cumpliríamos con nuestras promesas resolviendo amistosamente los problemas.
No habría superpoblación, ni hacinamiento en las cárceles. Ni tantos niños en las calles. Los estudiantes no harían fraude. Y los profesores dejarían de mirar para otro lado…mientras los alumnos copian. Es decir, podríamos construir una sociedad basada en la verdad, con menos trámites burocráticos, que no son sino, combustible para el saqueo y las coimas.
Ser íntegro supone desarrollar un gran
esfuerzo: ser veraz en lo que se dice, lo que se piensa y lo que se siente. Es decir,
no callar o acomodar las versiones para no “caer mal” ante los otros y evitar
malos ratos.
Decir al otro las cosas que debe saber, aún aquellas que no son fáciles. De hecho, en las relaciones de confianza, ser francos, abiertos y directos, es una obligación moral. No mentir, pero tampoco decir medias verdades, deformar deliberadamente una información o encubrir hechos importantes.
Ser confiable y recto. Significa no hacer trampas, cuidar con mayor esmero los bienes ajenos, el bien común, no robar, no manipular, no ser solapado o quedarse callado cuando haya que hablar.
El ser (pokarê) deshonesto trae muchos problemas. La sinceridad-honestidad-integridad son las bases de valores que funcionan correctamente cuando la practicamos. ¡Feliz día de Reyes!
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