jueves, 1 de noviembre de 2012

ELIJO HACER EL MAL....

¡Por que soy libre… No por Derecho!

Es muy común oír a personas irrespetuosas decir con académica pulcritud: “disculpe”, aun cuando tal conducta sea repetitiva. El mal, es siempre “mal”, aun cuando se lo considere pequeño; si es habitual, ya se vuelve vicio. ¿Qué se esconde detrás de quien opta por hacer mal cosas?. ¿Soberbia, síndrome de superioridad, idiotez….?

Si la voluntad acompaña a la inteligencia, lo que ésta considera acción buena ... ¿por qué el homo sapiens acaba haciendo lo contrario?. Incluso, quien dicta cátedra y aconseja bien, puede ser incapaz de vivenciar en lo cotidiano su prédica. Es que la incoherencia desdibuja y enaniza las eventuales competencias cognitivas que puedan adornar al irredimible infractor.

Somos libres, no para "encastillarnos" por encima de la ética, sino para obrar, con respeto. Vivir, cualquiera vive, vivir éticamente, en sociedad…ya no es fácil, dirá Roger Texier. Ser libre comporta responsabilidad; un sujeto responsable respeta al semejante hasta en los mínimos detalles. Responsabilidad es asumir las consecuencias de los propios actos. Siempre hemos de rendir cuentas ante alguien.

Lo propio del inteligente es actuar acorde con lo que sabe, y no con lo que siente. No se ignora que nos debemos respeto mutuo y no, desafío con fuerza bruta. (Mbareté). Debemos hacer las cosas bien, no por mera evaluación de consecuencias, sino por profunda convicción. (Ayllón). ¡Cómoiko cuesta entender tanto ..che Dio... exclamaría doña Maéra!

Con razón, Ovidio, aquel poeta latino ha dicho: “Video meliora, et deterios sequor”  Veo lo mejor, y sin embargo, sigo lo peor”. El hábito es una estructura repetitiva, un esquema de comportamiento que muchas veces, se convierte ya en involuntario. Es la materia prima de la virtud o del vicio. Pero el vicio no tiene la última palabra.

Apliquemos, entonces, la conocida Regla de Oro: “No hagas a los otros los que no quisieras que te hagan a ti”, y todo nos irá mejor, porque nos permitirá vivir sin innecesarios conflictos, en paz, esa paz que tanto anhelamos y necesitamos, pero que, fácilmente, deportamos. De cada uno depende vivir sabrosamente las relaciones humanas.
                                                          ¡Amén!

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