jueves, 8 de noviembre de 2012

ESPOSOS...

No miren los defectos…. ¡Miren la Virtud..!

<Y si no te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreve a decir a tu hermano>: “Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano”. (Lc. 6, 42)

Es muy común ver a los cónyuges culpándose el uno al otro – las más de las veces - por cualquier vyroreí. Esta fea actitud tiene mucho que ver con el sentido de autoestima de la persona. Con baja autoestima, es fácil culpar ahora y siempre a los otros.

Sacerdotes y psicólogos reciben a parejas quejándose del mal genio y actitudes del “otro”, muchos con el fin de obtener alguna razón para sentirse mejor. Y en ese intento, culpan a su pareja de todo, pero ocultan los propios defectos.

Así las cosas, culpar siempre al otro nunca va solucionar  el problema, todo lo contrario, agravará más el conflicto. Una persona nunca mejorará si permanentemente le culpen de todo los males. La actitud correcta es asumir la responsabilidad por las fallas cometidas.

Cuando en un Matrimonio, al menos uno de los dos, reconoce honradamente su error, la tensión disminuye, y aumenta la posibilidad de que el otro, también reconozca el suyo y así, puedan reconquistar la paz.

Asumir la responsabilidad es una acción de personas valientes, porque reconocen los errores propios y procuran enmendarlos a favor de una sabrosa relación, dirá S. Núñez. Si eres una persona con tendencia acusadora, debes reconocer y pedir perdón a Dios primero por tu actitud destructiva. (No olvidemos – afirma C. Díaz - que el hebreo satán significa acusador; no seamos pues, satánicos)

“Si te valoras como hijo de Dios no necesitarás el reconocimiento ni consideración de los demás para saber lo que vales. Entonces, crecerá tu autoestima y vivirás más por el deseo de gratitud a Dios, pues pronto te darás cuenta que todo lo demás, incluido tu matrimonio saludable, entre otros beneficios, vendrá por añadidura (Lc. 6, 31). Asume entonces tu propia responsabilidad, y deja de vivir rompiendo la paciencia al cónyuge.

El ejemplo de asumir tus responsabilidades será un incentivo para que tu pareja haga lo mismo, pero nunca lo exijas a hacerlo. Y concéntrate más en las virtudes y aspectos positivos de tu pareja. Dios nos manda pensar siempre en la bondad, justicia, y paz.
Y seguro… la persona a quien elegiste un día para vivir hasta que la muerte los separe, tiene mucho más virtudes que defectos.

Personalmente, pienso en mis casi treinta y cinco años de vida matrimonial, no por mis méritos, sino por el favor de Dios, veo que mi cónyuge posee muchas virtudes; por consiguiente, sólo me centraré en ellas. Tampoco olvidemos que el matrimonio y la familia son tesoros muy valiosos que Dios nos otorgado. Por tanto, ¡Cuidemos nuestro regalo!

FOTO: Extraído del sitio berbellin.wordpress.com

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