No miren los defectos…. ¡Miren la Virtud..!
<Y si no te das cuenta del tronco que
tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreve a decir a tu hermano>: “Hermano, déjame sacar la paja que está en
tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la
viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el
ojo de tu hermano”. (Lc.
6, 42)
Es muy común ver a los cónyuges
culpándose el uno al otro – las más de las veces - por cualquier vyroreí.
Esta fea actitud tiene mucho que ver con el sentido de autoestima de la
persona. Con baja autoestima, es fácil culpar ahora y siempre a los otros.
Sacerdotes y psicólogos reciben a
parejas quejándose del mal genio y actitudes del “otro”, muchos con el fin de
obtener alguna razón para sentirse mejor. Y en ese intento, culpan a su pareja
de todo, pero ocultan los propios defectos.
Así las cosas, culpar siempre al otro
nunca va solucionar el problema, todo lo
contrario, agravará más el conflicto. Una persona nunca mejorará si permanentemente
le culpen de todo los males. La actitud correcta es asumir la responsabilidad
por las fallas cometidas.
Cuando en un Matrimonio, al menos uno de
los dos, reconoce honradamente su error, la tensión disminuye, y aumenta la
posibilidad de que el otro, también reconozca el suyo y así, puedan
reconquistar la paz.
Asumir la responsabilidad es una acción
de personas valientes, porque reconocen los errores propios y procuran
enmendarlos a favor de una sabrosa relación, dirá S. Núñez. Si
eres una persona con tendencia acusadora, debes reconocer y pedir perdón a Dios
primero por tu actitud destructiva. (No
olvidemos – afirma C. Díaz - que el
hebreo satán significa acusador; no seamos pues, satánicos)
“Si te valoras como hijo de Dios no
necesitarás el reconocimiento ni consideración de los demás para saber lo que
vales.
Entonces, crecerá tu autoestima y vivirás más por el deseo de gratitud a Dios,
pues pronto te darás cuenta que todo lo demás, incluido tu matrimonio saludable,
entre otros beneficios, vendrá por
añadidura (Lc.
6, 31). Asume
entonces tu propia responsabilidad, y deja de vivir rompiendo la paciencia al
cónyuge.
El ejemplo de asumir tus
responsabilidades será un incentivo para que tu pareja haga lo mismo, pero
nunca lo exijas a hacerlo. Y concéntrate más en las virtudes y aspectos
positivos de tu pareja. Dios nos manda pensar siempre en la bondad, justicia, y
paz.
Y
seguro… la persona a quien elegiste un día para vivir hasta que la muerte los
separe, tiene mucho más virtudes que defectos.
Personalmente, pienso en mis casi
treinta y cinco años de vida matrimonial, no por mis méritos, sino por el favor
de Dios, veo que mi cónyuge posee muchas virtudes; por consiguiente, sólo me
centraré en ellas. Tampoco olvidemos que el matrimonio y la familia son tesoros
muy valiosos que Dios nos otorgado. Por tanto, ¡Cuidemos nuestro regalo!
FOTO: Extraído del sitio berbellin.wordpress.com
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