Así como la razón cerró algunas vías de
la fe, la posmodernidad, en virtud de la crisis producida al hombre, abrió
otros caminos para contrarrestarla. “El corazón tiene sus razones que la razón no
conoce”. (Blas Pascal).
Aparece entonces la religión “light”
Retornan los esotéricos. Si la moderna racionalidad
minó las creencias religiosas, ¿por qué extrañarnos que la reacción posmoderna
haya traído consigo un retorno de lo religioso’. Consideremos algunos
datos para la reflexión:
Hay un auténtico
<boom> del esoterismo y de las ciencias ocultas (quiromancia, cartomancia,
astrología, cartas astrales, cábala, espiritismo, etc). En Europa y EE.UU, sólo
los astrólogos registrados oficialmente, son tres veces más que todos los
físicos y químicos juntos.
En Francia, por ejemplo, hay más de
50.000 consultorios de pitonisas, videntes, echadoras de cartas, etc. En gran
país del norte los astrólogos se acercan a 175.000, y en varias universidades
los estudiantes han solicitado ya cursos de astrología.
Y en España, según el diario “El País”,
en Madrid, en l.982 había más de 3.000 magos. Junto a todo esto hay que
mencionar el comercio de amuletos y
<buena suerte>.
Sin embargo, hay cosas peores. Se
calcula que sólo en España, alrededor de un centenar de sectas destructivas
establecidas suman 150.000 adeptos, aunque extendiendo su influencia y radio de
acción alcanzan a unas 300.000 personas.
A menudo se disfrazan de religiones o
asociaciones culturales: Cienciología, Niños de Dios, Hare Krisna, Edelweiss,
Misión de la Luz Divina, Iglesia de la Unificación, Secta del Amor Libre.... En
Paraguay, ¿somos diferentes? (Estos datos están desactualizados)
Si la modernidad se negó a creer lo que
era digno de credibilidad, la posmodernidad no pone reparos a tragarse lo
increíble. Quizá sea la expresión de una sociedad frustrada que se vuelve cada vez más receptiva a soluciones
mesiánicas y fanáticas, propiciadas por los muchos mercaderes de la
ilusión.
Algo curioso sin embargo, brinda un
estudio sociológico realizado en Francia por Daniel Bloy y Guy
Michelat; que no son precisamente las capas menos instruidas las que
caen en supersticiones.
Los agricultores, por ejemplo, se
manifiestan muy escépticos frente a todo ello; en cambio, los <maestros se definen como el grupo que cree
más frecuentemente en la astrología y en lo paranormal>.
Los que han abandonado la práctica
religiosa son mucho más propensos a lo <psíco-místico-paracientífico-espiritual-terapéutico>
que los practicantes, respectivamente.
Así, el individuo “progre” es: dispersión en la superficie de su vida, obedece a lógicas múltiples y no le
preocupa en absoluto la coherencia. Frecuentemente prepara él mismo su “cóctel religioso”:
Unas gotas de islamismo, una dosis de
judaísmo, un dedo de nirvana; todas las combinaciones son posibles. Añade, para ser más ecuménico, una pizca de marxismo o un paganismo a medida. Por eso:
El individuo, cuando elige a Dios, lo
hace sin renunciar por ello a lo demás. La suya es una religión
<confortable>, decididamente alérgica a las exigencias radicales. (continuará...)