Quien más quien menos se encontró con alguien que no para de hablar, que cuenta una y otra vez el mismo rollo y nos “rompe” la calma por acaparar el diálogo. Molesta lidiar con quien habla mucho…. porque habla de su vida, de su casa o de sus cosas, y muchas veces, inútilmente, es decir, o ñe´ê rei.
La gente lenguaraz no deja hablar, es piadosamente desequilibrada. No escucha, es “Un torrente incontenible de palabras”, dirá graciosamente aquel amigo de feliz memoria. El término ñe´ê rei tiene dos lecturas:
1°. Significa hablar sin sentido o inútilmente. En el 2° sentido, equivale a hablar para transmitir otro sentido de lo que se dice. Así, aparece el término ñe´ê rei (que no solo significa “hablar sin sentido”, que también, puede dar otro sentido a la palabra).
La verborrea o taquilalia…es un desorden del hablar, que causa excesiva y acelerada palabras, unida por la incoherencia y grosero mensaje; o de quien se cree a uno mismo como mejor que los otros. ¡Es que, si hablan de algo es porque son expertos y así quieren hacértelo saber!... dice aquella psicóloga.
El punto no es solo la cantidad de tiempo en hablar, sino hablar demasiado. No se trata callar a quien habla, sino de recobrar el equilibrio y confianza. Los motivos serán razonables. Hablar sin parar es “tambaleo” entre hablar y escuchar”. Uno de los motivos puede ser: Llamar la atención.
Este hábito no solo daña las relaciones con otros, también se vuelve un drama de autoestima, según expertos. Un gran drama es el insano deseo de dominar a otros y la aceptar servilmente dejarse aplastar. Aldous Huxley, escritor y filósofo británico definió mejor estos problemas así:
“En mayor o menor medida, las comunidades civilizadas del mundo moderno están constituidas por una cantidad reducida de gobernantes corruptos, por demasiado poder y por gran cantidad de súbditos corruptos, por demasiada obediencia pasiva e irresponsable”.
La relación dominante-dominado no se da solo en el poder político, también en la relación hombre-mujer. Porque no soporta que la mujer lo supere. Es la relación profesor-alumno para tapar la ignorancia del profe, que se enoja al ser peguntado… para callar posibles errores en lo que enseña.
O empleador-empleado cuyos jefes son incapaces de beneficiarse del conocimiento de sus colaboradores...
¿Qué piensa quien tiene poder? Según Stanton Samenow es cosa de pura maldad (…) Que se “jodan” por dejarse basurear, su servilismo es asunto de ellos, pero quien tiene dignidad y autoestima, rechaza el atropello de gobernantes sin escrúpulos que dicen: “Unos nacieron para mandar y otros para obedecer”.
“Cuando la gente teme al gobierno, estamos ante una tiranía, pero cuando el gobierno teme a los gobernados, estamos frente a un pueblo libre. (Thomas Jefferson, expresidente de los EE.UU. La psicología del poder parte de la idea de la superioridad de quien domina, que no es sino, una actitud arrogante y soberbia.
Quienes se deleitan en el poder arruinan la convivencia civilizada, por eso el escritor Emmanuel Carrère dijo: “Lo contrario a las verdades no son las mentiras sino las certezas”. Por esto es que el que impone a los demás sus creencias hasta en los más mínimos detalles, concentra ignorancia.
Es hora de pasar del “ñe´ê rei”-vanas palabras, a las de sabiduría-“ñe´ê arandu”, maduro lenguaje de los que tienen conocimiento y justifican sus afirmaciones. Dice el refrán: “Quien mucho habla mucho, yerra”. Entonces digamos… ¡Guárdanos Señor del ¡Ñe´ê rei!
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