viernes, 2 de junio de 2023

¡HABLEMOS! ...Sin Gritar...


¿Alguna vez nos preguntamos por qué gritamos cuando estamos furiosos? Ciertamente nuestras acciones revelan lo que cada uno tiene en su interior. Una antigua historia tibetana cuenta, el sentido más hondo de las maneras de comunicarnos: 

Un sabio preguntó a sus alumnos: ¿Por qué la gente se grita cuando se enoja? Ellos pensaron unos momentos: *Porque perdemos la calma - dijo uno. *Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?, cuestionó el sabio. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritar? Ellos dieron algunas respuestas que no satisfacían. 

Luego explicó: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan y para cubrir esa distancia, gritan. Por eso, cuando más enojados estén, más fuerte gritarán para escucharse, porque están muy distanciados, aunque … estén uno frente al otro. 

El sabio preguntó de nuevo: ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, se hablan suavemente. ¿Por qué? ... porque sus corazones están muy cerca, la distancia entre ellos es muy corta”. 

Pero, no faltan terrícolas muy débiles que reaccionan impulsivamente, sin medir el resultado de sus actos, y eso causan inestabilidad. Tienen nula capacidad y cataratas de furor que lo hacen violentos contra otros o contra sí mismos; sobre todo cuando se sienten fracasados.

El CIE-10 (Clasificación Internacional Estadística de Enfermedades y problemas con Trastornos Mentales) dice que son trastorno de personalidad, que se calificarían por inestabilidad emocional y la impulsividad. 

Dada el amplio efecto de las producciones de la psiquiatría norteamericana se tiene en cuenta uno solo de ellos, el Trastorno de inestabilidad emocional. “Todos somos emocionalmente inestables, la imagen que tenemos de nosotros mismos, como nuestros objetivos y preferencias, suelen ser confusos para nosotros mismos”. 

Así, se emplea el diagnóstico en gente que presenta crisis emocionales, que amenaza con gestos o intentos suicidas o autoagresivas como cortarse en el propio cuerpo. Ocurre con quienes siempre quieren imponer su voluntad y agreden. Gente de nula tolerancia a la frustración y reaccionan impulsivas, explosivas y agresivas.

Así una familia vive aterrada por miedo a que uno de sus integrantes se dañe a sí mismo o que en su ira descontrolada, agreda a otros miembros de la familia, rompan objetos, causen daños en la vivienda, etc. 

No gritar es difícil porque supone tener autocontrol para administrar la ira y la rabia cuando -por ejemplo- un niño desobedece; pero es necesario hacerlo para educar desde el respeto y la comprensión tornándose en modelo a seguir. En este sentido, Alfonso Milagro señala lo siguiente: 

“Todos nos sentimos inclinados a aconsejar a los otros; y lo solemos hacer bastante bien; hasta somos bastante acertados en los consejos que damos a los demás. Si nos resolviéramos de una vez por todas a practicar lo que aconsejamos a los otros, pronto seríamos perfectos, pronto llegaríamos a la santidad. 

Pero es que somos muy hábiles para aconsejar a los demás y no menos hábiles para evadimos de los consejos que nosotros mismos damos; vemos con mucha lucidez lo que los otros deben hacer, y somos bastante miopes para reconocer nuestras obligaciones personales. 

Y si al menos fuéramos como deseamos, como pedimos, como corregimos y como aconsejamos que sean los demás, muy pronto nos veríamos libres de las mayorías de nuestros defectos. No debemos juzgar, si no queremos ser juzgados: ¿quién nos dio autoridad para juzgar? Sólo el Señor es el que conoce el fondo de los corazones”. 

“¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga que hay en tu ojo?” (Mt, 7, 3). Que todos tengan la gracia, pues con la gracia nos preparamos para acabar siendo hermanos. "Corrige a tu hijo mientras aún pueda ser corregido, pero procura no matarlo a causa del castigo" (Pr. 19:18)

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