miércoles, 13 de abril de 2022

QUE TAL-MBA'ETEKÓPA?

¡Si ayunamos de vivir criticando!

 

Creencia es -aunque no siempre bien entienda- que en Cuaresma se ayuna. No se come asado, aunque se puede comer pescado, y chupar como un descocido. Luego, ¡ya soy devoto penitente! 

Ayunar nada cuesta, si es con el fin de perder peso. Entonces, ¿de qué tengo que ayunar? ¿Mba'etekópa (que tal) si aprovecho este tiempo para abstenerme -ajejoko hagua- de palabras pensamientos y malas acciones? ¡Eso cuesta mucho-upéa hasy eterei hína bro! 

¡Cuánta antipatía puebla nuestro “sistema operativo-mente”, contra colegas, vecinos, parientes “pesados”; diputados, senadores, gobernadores, intendentes y políticos acusados de inmorales que prometen democracia pero cada vez más nos hunden en la desgracia! 

Gran porcentaje de nuestra diarrea verbal es de mala calidad. Críticas dañinas, aquí y allá, con o sin razón, son infectadas delicias con el que nos alimentamos. Así, quien no critica a su prójimo es un “extraterrestre”. 

Lo normal es comerse al prójimo. Se critica todo y a todos sin pudor, dice el P. Mariano de Blasen. “Los obispos franceses pidieron a los cristianos un ayuno muy raro: “renunciar a palabras inútiles y emplear palabras para dar testimonio.

Quizás no planteamos qué palabras saltan el cerco de nuestros dientes -diría Homero. Nuestro modo de pensar, a veces tan poco orientado, no deja espacio a una serena reflexión sobre nuestras palabras, dice Álvaro Correa y agrega: 

Decimos cualquier cosa; luego llega el remordimiento de no decir lo que debíamos, o callar lo que no deberíamos decir. Queremos dar marcha atrás, pero lo dicho, dicho está. Por eso, hoy reconozcamos el torrente de “palabras inútiles” con las que herimos a otros.

Es gran penitencia acallar la propia vanidad y no decir palabras que son incienso arrogante del propio "yo". Duele también contener la respuesta ante un insulto o una humillación. 

El humano es capaz de dominar toda clase de fieras, aves, serpientes, animales del mar, pero no su lengua…llena de veneno mortal. Con la lengua, bendecimos a nuestro Señor y Padre y maldecimos a los hombres creados por Dios a su propia imagen (St. 3,7:8) 

“Quien domina su lengua es “un varón perfecto” (Stg 3:9). Da pena ver cómo hay gente que se juzga cómoda en el círculo de sus amistades cuando su lengua se embarra con palabras groseras o términos de doble sentido. 

“De la riqueza del corazón habla la boca” (Lc 6,45) ¿Y quién no lleva en su corazón alguna riqueza? Por ello, hablemos siempre del bien que se ve, que se sabe, que se oye, que se toca. 

También nos rodean personas maravillosas y por eso, vivimos en un mundo genialmente bello. Todo es una poesía del amor de Dios. Entonces, ¿Por qué se va a quedar muda la lengua? Ya decía con acierto san Agustín: no podemos creer y quedarnos callados. 

La salsa trivial-vyrorei de “palabras inútiles”, no hacen más que mostrar inmadurez humana y pobreza de espíritu. El “ñe'ẽrei” es de “gente hipócrita, disparatera”. Hoy, los Mass Media -muchas veces- son los maestros del vocabulario grosero y vulgar. Con razón a Sataná lo llaman el acusador (Ap. 12,10)

Dicen que hablar lo justo, con educación es una conquista de hombres recios y de mujeres finas, con ideal y aprecio por la dignidad propia y ajena. Esta penitencia invita a cerrar oídos para que mi lengua no diga lo que no debe decir. ¡Amén! 

¡Ah!... y por favor no olvides que ¡quien no tiene Cuaresma, no tiene Pascua!

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