martes, 26 de abril de 2022

¿POR QUÉ? ¡Se desprecia a la clase política!

 

Dice el catedrático y analista político español Roberto Blanco Valdés: “Para responder a la pregunta, que por desgracia, está desde hace años plenamente actualizada en la vida pública española, hay que formular previamente otras dos más. 

1. ¿Por qué son tan pocos los que, pudiendo hacerlo, renuncian a entrar en la política? 

2. ¿Por qué la mayoría de los políticos, por nada quiere dejar el trajín político? 

Motivos: la mal entendida política tiene ventajas que pocos rechazan: a) sueldos faraónicos, b)  privilegios (viajes, coches, secretarias, comida, teléfonos, etc. gratis, c) el atractivo de un trabajo que poco tiene que ver con la idea de trabajar. 

Los políticos, salvando excepciones, no son muy apegados al trabajo. A esto se suma la adulación de la que, según el “calibre” del cargo, viven cercados de aduladores. 

Así, se entiende el encanto irresistible que ejerce la política, que según el filósofo Hans Enzensberger: “opera como un garito: entrar es tentadora; pero muy difícil la salida”. 

Motivos de desprecio a muchos políticos son: Deshonestidad, mentira y poco apego al trabajo. Ellos cierran con nosotros un contrato tácito: les votamos, a cambio de que nos representen de un modo intachable y ejemplar, pero ¿…? Entonces ¿Qué hacer? 

Dice P. Alonso Milagro: Parece que son tres las actitudes a adoptar frente a la realidad: 

1ª. La actitud de mirar al cielo, sin hacer caso de la tierra, algo así como los apóstoles se quedaron mirando al cielo cuando Jesús se apartó de ellos. 

2ª. Lo que resalta hoy: mirar más bien a la tierra y centrarse en el tiempo, sin mayores preocupaciones. ¡ ¡Qué pio vamos hacer!-¡Mbaéiko ja japota…ñande ko upéichante voi! 

3ª. Fijar los ojos en el cielo y los pies en la tierra; bien clavados los ojos y bien fijados los pies; ni cielo sin tierra, ni tierra sin cielo. Hay un compromiso, que impide al cristiano ser indiferente-“ñembotavy”. 

El cristiano tiene que ocuparse de hacer el bien y evitar el mal. “Quien no evangeliza, es un apóstata”. Si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, Yo me declararé a favor de él delante de mi Padre que está en el cielo” (Mt 10:32) 

Perdimos valores vitales como respeto al otro, a la vida. El egoísmo se expande cada vez más y lo que nuestra sociedad necesita es recuperar los valores que ha perdido”. 

El psicólogo Dan Ariely afirma: “somos deshonestos cotidianos, movidos por impulsos que nos llevan a tomar acciones insensatas. De niños descubrimos que mentir trae más ventajas que decir la verdad; que si negamos nuestras faltas, evitamos castigo”. 

Después conoceremos los valores de la honestidad y los nefastos resultados de caer en la tentación. El comportamiento deshonesto no es solo cosa de niños; está diseminado en ámbitos personales, profesionales y políticos. 

El inmoral teko vai, teko monda se convence a sí mismo: mi actitud no es tan mala ya que robar un lápiz nio no es para tanto si no robé la caja entera. Con eso queda en “paz” consigo mismo. 

¡Cualquier parecido con nuestra agorilada realidad será pura coincidencia! 

¡Que el mundo esté de colores es mi ideal; Cristo cuenta conmigo, y yo con su gracia!

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