“Aristóteles
ya definió al hombre como un “Zoon
politikón”…un animal político con capacidad de relacionarse
políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en la ciudad, la
polis”, dice el Lic. Antonio Ponciano Díaz.
Así, todo lo que ocurre en la sociedad debe interesarnos porque, nos perjudica o beneficia, las decisiones que toman los políticos, “en aras del bien común”. Pero, ¿por qué, Juan Pueblo (que es mayoría), no cree en aquellos?
Se está comprobando que muchos gobernantes-políticos son mentirosos y corruptos. Que ansían el poder para beneficiarse de él o favorecer a sus cómplices, familiares, amantes…y forrarse a costillas del hambreado pueblo, a quien dicen servir.
Al parecer, los políticos al lograr el poder se hacen dueños del cargo y lejos del “aipo” “vocación de servicio” que sin rubor cacarean, cometen un rosario de estafas que más temprano que tarde, Juan Pueblo pagará, a pesar de sus miserias.
Penosamente, André Malraux tuvo razón cuando dijo: “cada pueblo o nación tiene el gobierno que se merece”. Un pueblo maximísero y errante, no educado y cívicamente chato, está condenado al atraso y a sufrir los excesos de políticos tiburones.
“Somos el único animal demasiado pequeño para el tiempo grande y demasiado grande para el tiempo pequeño, dice Carlos Díaz-El hombre…no fijado p.7, agrega:
¡Qué gran paradoja la de este animal racional, caña pensante, micro cósmicamente débil y quebradizo en su noche, pero macro cósmicamente dominador y destructor, en su día, ángel y bestia al mismo tiempo…a la vez, causa de aflicción y fuente de admiración!
Verdad es que hay políticos altruistas como hay delincuentes, carentes de escrúpulos… La política, dicen: “Es el arte de lo posible”, donde no falta el juego de las mentiras y semiverdades. Así resulta injusto meterlos a todos en la misma bolsa, dígase de paso.
“Es que la Ética es una margarita demasiado bella para los chanchos. Etizar la política y politizar la ética es para la gran mayoría, pretender la cuadratura del círculo. “Lo que en ética es verdad desgarrada, en política se torna falsedad encubierta”…
Hay políticos y políticos. No es justo meter en la misma bolsa al político Mandela y al político Hitler, quien con hipocresía diabólica decía a los presos de Auschwitz: “El trabajo hace libre”.
“Pero, con esperanza, se dice que a pesar de todo, hay en el humano más cosas dignas de admiración que de desprecio, que da más fuerza sentirse amado que creerse fuerte y que, solo se posee lo que se regala”.
El apoliticismo de que algunos hacen gala es una forma de viudez mal entendida. Seguirle la pista diariamente a lo que ocurre en la ciudad es necesaria, y renunciar a este quehacer “ñembotavy”, es politicismo inculto y malsano que se paga caro.
Tenemos que sentirnos síndicos de la cosa pública, cosa común de todos. En el fondo lo que se pretende es apostar por los de abajo, y todo ello con el ánimo de estar más cerca de la justicia, de la belleza, del orden, en lugar de sus opuestos.
La apatía-kaigue ciudadana, aunque sea mala, también es política. Todo cuanto el hombre toca, lo convierte en política, afirma el hermano en la fe, Carlos Díaz H.
Así,
la política no es un mal necesario; es una ciencia y como tal los mejores son
los que deben gobernar: eso depende de elegir al honesto, no al ladrón.
¡Hendy kavaju resa ...
porque oñepyrû jeýma la política hina... lo mitã!
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