Cuaresma es un tiempo especial de preparación para celebrar
la Pascua; de conversión, renovación de nuestro compromiso Bautismal, de
reconciliación con Dios y con los hermanos, mediante la oración, el ayuno y la
limosna (Mt 6,1-6.16-18).
Ayunar es no solo, “no comer”, sí, es renunciar a malas actitudes, pensamientos y deseos. Quien limita el ayuno sólo a la comida, resta valor al significado del ayuno. ¡Si ayunas, que lo prueben tus obras!, dice san Juan Crisóstomo, y agrega:
“Si ves a un hermano necesitado, compadécete de él; si tiene éxitos, no lo envidies. El ayuno verdadero no debe ser solo de la boca, también debe ayunar ojos, oídos, pies, manos y todo el cuerpo: lo interior y exterior…
Ayunamos con las manos al mantenerlas puras al servicio desinteresado a los demás. Ayunamos con los pies al no ser lentos-py tyryry en servir. Ayunamos con los ojos al no ver cosas impuras, o al no fijarnos en los demás para criticarlos…
Ayunamos de todo lo que pone en peligro al alma y a la santidad. Sería inútil privar mi cuerpo de comida, pero alimentar mi corazón con basura, impureza, egoísmo, con competencias, con comodidades…
Ayunamos con los oídos al no escuchar mentiras, rumores,
chismes o palabras dañinas: ¡dicen que…me contaron…!. Además, ayunar de no decir
nada que dañe a otros. ¿De qué sirve no comer carne, si devoras a tu
hermano?
Ayunemos también del uso desordenado de los otros
sentidos: No desear lo que no
debo, no hablar lo que no debo, no oír lo que no debo, no buscar satisfacer
todos mis deseos…
No buscar saciar mi soledad, buscando inmediatamente compañía; no querer
saberlo todo; no pedir respuestas inmediatas a todo lo que se me ocurre en la
mente, etc.
Ayunemos buscando la conversión. Ayunemos de todas esas prácticas contrarias a la virtud. Quizás el ayuno radique en ser más solidario (ayunar de pereza, comodidad, de discutir y acusar, de querer tener siempre la razón…) ¡Ayunemos con el corazón!
Ayunemos de la ira, siendo -al menos- los días de
ayuno, más amables, menos ñe'ẽrei”,
menos prepotentes-mbarete, menos deshonestos
“pokarê”, menos
calumniadores…
Cuaresma es un tiempo de reflexión que llama a conversión y volvernos a Dios; tiempo de purificarnos de las faltas; para creer, para recibir a Dios en nuestra vida y “poner su morada” en nosotros (Juan 14,23). Conclusión: Para llegar limpios interiormente a la Semana Santa, es necesario:
-Ayunar: No solo de comida y bebida, también de nuestro egoísmo, vanidad, orgullo, odio, pereza, murmuraciones, malos deseos, venganza, impureza, ira, envidia...
-Limosna: No
solo material, además, ayudar a quien necesita, enseñar al que no sabe, dar un
buen consejo a quien lo pide, compartir alegrías, repartir sonrisa, ofrecer
nuestro perdón a quien nos ha ofendido.
“Ustedes, como hijos amados de Dios, procuren imitarlo. Traten a todos con amor, igual como Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios” (Ef. 5, 1-2)
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