“Parresía,
del griego…“pan que significa “todo” y reo “decir”. Así, Parresía significa,
“decir
todo”. Decir con valentía todo lo que uno tiene que decir a quien fuere
sin callar nada, es decir, hablar con franqueza y sin miedo”.
Luego, la parresía supone un compromiso del que habla con la verdad, un compromiso radical, porque a menudo lo pone en peligro.
Puedo “hacerme uno” con mi prójimo en todo, menos en el pecado. Mi amor para con el otro debe ser ilimitado, pero sin traicionar el “bien”. Debo testimoniar la verdad, aunque a veces, amar significa decir “No”, significa tener el coraje de remar contracorriente.
El interés del prójimo que debo asumir es aquel que le hace bien, que lo haga mejor persona y que se sienta feliz al tomar conciencia que es amado hijo de Dios. No hacerlo, sería, como mínimo, hacerme cómplice…
La necesidad del otro -dirá Emmanuel Mounier- es mía, porque somos hermanos en Cristo, porque el otro está en mí y yo en él, porque Dios está en todos nosotros.
San Pablo, hombre de fuerte carácter y celo evangélico, “no se calla”: “responde con parresia y dice: “No busco la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo!” (Gal 1:10).
“Si estamos realmente convencidos de lo que tenemos que decir, las palabras vienen. Pero, “si nos preocupamos por los aspectos tácticos, nuestro hablar será artefacto y poco comunicativo, insípido. Un hablar de laboratorio… nada comunica” (Papa Francisco).
La parresía es una virtud, pero también una actitud. No es muy común en el mundo de hoy, en el cual priman las palabras inofensivas y los discursos políticamente correctos, en lugar de la verdad.
El apóstol Pedro, no era valiente. Fue un cobarde al negar a Jesús. ¿Pero qué pasó luego? Pedro dice con valentía: “Juzguen ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecer a ustedes o a Dios. Dios Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. (Hch 4:19-20)
¿De dónde viene el coraje al que negó al Señor? ¿Qué pasó en el corazón de Pedro? Franqueza y coraje son dones del Espíritu Santo. Es la coherencia, signo del real cristiano, valiente que dice toda la verdad.
“Dios no nos dio un espíritu de temor, sino espíritu de poder, de amor y
de buen juicio” (2 Tim 1-7)
"Cada palabra y acción que realizadas con verdad, amplían el Reino de la luz. ¿No es esto fantástico?”. Nos da inmensa alegría, fuerza y conciencia de victoria. Toda nuestra vida interior queda llena de luz y de grandeza". (R. Guardini, sacerdote y escritor).
La mayoría de nosotros tenemos en común algo que no nos gusta, es la deshonestidad. Sobre todo cuando manifiestan en los otros. Pero, cuesta reconocer nuestra impudicia; tendemos a justificarlos a minimizarlo: ¡Ah… no es ko gran cosa, es vyrorei!
Podemos
engañarnos a nosotros mismos incluso, la mayor parte del tiempo; pero nunca
engañamos a Dios. Los bautizados asumimos el compromiso de imitar a Cristo en
todo.
¡Que la reflexión cuaresmal nos ayude a seguir mejor las enseñanzas del Maestro Jesús!
No hay comentarios:
Publicar un comentario