DE
PRUDENCIA
Afirma Josep Pieper en su libro “Las Virtudes Fundamentales” p. 16: La primera entre las virtudes cardinales es la prudencia (…) ¿Qué significa, la supremacía de la prudencia? Quiere decir que la realización del bien exige conocer la verdad. «Lo primero que se exige de quien obra es que conozca», dice S. Tomás de Aquino.
El prudente
contempla, por una parte, la realidad objetiva de las cosas y, por otra, el
«querer» y el «hacer»; pero, en primer lugar, la realidad, y en virtud y a
causa de este conocimiento de la realidad determina lo que debe y no debe
hacer.
La virtud de la prudencia es la «madre»
y el fundamento de las restantes virtudes cardinales: justicia, fortaleza y
templanza; en consecuencia, sólo el prudente puede ser justo, fuerte y
templado; y que, si el hombre bueno es tal, lo es merced a su prudencia. (33)
¿Cuántas veces nos consideramos dueños de logros obtenidos en tareas
apostólicas por “poder o meritos” ganados en el servicio? Síndrome de Santiago
y Juan, querer ocupar lugar importante a
la derecha e izquierda de Cristo… ¡porque no somos ko tan malos!
(Mt 20:20-24) Entonces se le acercó
Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos Santiago y Juan, se postró
ante Jesús. Él preguntó: ¿Qué quieres?
Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten mis hijos, uno a tu
derecha y otro a tu izquierda.
Salomé parece haber sido una seguidora de
Jesús desde el inicio de su ministerio público (Mt 27:55-56). Era una de las
mujeres que sirvieron a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén. En viajes de más
de 100 km lo hizo andando y en condiciones muy difíciles.
Salomé estuvo presente en la muerte de Jesús.
Cuando todos los apóstoles (menos Juan) le abandonaron en la crucifixión,
estaba con otras mujeres al lado de su Señor, viendo el sufrimiento y el dolor
de Jesús estaba por amor a ellos (Mc 15:40-41).
Y estuvo también con las mujeres cuando
vinieron a la tumba de Jesús para perfumar su cuerpo como era la costumbre (Mc 16:1). Allí
supieron que Jesús había resucitado. ¡Su Señor estaba vivo! ¡Qué privilegio
recibió! Jesús fue el primer feminista, porque las mujeres tenían la primicia
de la mayor y mejor noticia que dar al mundo. Y gozosas –cómo no - salieron
compartirla.
Pero, su amor de mamá la hizo imprudente. ¿Acaso
no sabía de la promesa de Jesús: que los 12 discípulos se sentarán en 12 tronos
para juzgar a las tribus de Israel? (Mt 19:28). Por ello pidió a Jesús los
mejores lugares para sus hijos, a espalda de los demás.
¿Qué mamá no ama a sus hijos? Pero Salomé
olvidó que Dios da gracia al humilde (Sant. 4:6) y que, el que quiera ser el
primero en el reino de Dios, debe ser el primero entre los siervos.
A veces nosotros también caemos en el mismo
error de Salomé: amando a nuestros hijos, compadres, “alma gemela” y a nosotros
mismos… tanto queremos estar o que estén en posiciones que no les corresponden.
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