¡Qué noble iniciativa la de honrar a
nuestros próceres de la independencia política! Loable desde cualquier ángulo
que se lo mire. Sin embargo, esta encumbrada intención, tropieza, a mi juicio,
con algunos inconvenientes que desnaturalizan tal propósito.
Con recta conciencia respondamos las
preguntas que a continuación se plantean, en la perspectiva de la relación
"costo-beneficio"
Costo: ¿Cuánto dinero
extra debe gastar un padre de varios hijos y con escuálido recurso económico
(vulgo, sogué) para vestir a los "desfilantes"? ¿Cuánto dinero
nuestro se "gasta" para el montaje y desmontaje, trasporte,
combustible, personal y demás etcéteras, para instalar el palco oficial de
autoridades e invitados? (sólo por unas horas)
¿Conocen los estudiantes el por
qué y el para qué de tal desfile? Con certeza, un gran porcentaje de
estudiantes lo ignora. Así las cosas, que alguien haga algo y no sabe por qué
lo hace, es sencillamente tonto.
Y lo más grave: ¿Cuántas horas de clases
se pierden "ensayando para el desfilar" -dos y hasta tres semanas-
violentando derechos de terceros con molestosos ruidos y desaforados gritos
callejeros, cerrando calles y dificultando el caótico tráfico? ¿Qué
educación es esa?
Beneficio: En las
condiciones expuestas, no encuentro ninguno. ¿Podría usted estimado lector,
señalar algún beneficio que se me haya pasado por alto?
Propuesta: Sabido por
todos es que nuestra "instrucción-educación" transita las avenidas de
lacerante mediocridad. Muchos estudiantes a quienes entrevisté no saben dar
razón convincente del por qué y para qué de un desfile.
En tal perspectiva, el desfile
es un colosal vyrorei que sólo sirve, en no pocos
casos, para la impúdica exhibición de "anatomías", cuando no, para
satisfacer, quizá, la bulimia de alabanzas de ciertos "santones y vacas
sagradas de la educación”, y de algunos aburguesados funcionarios públicos
incrustados en el palco oficial.
En virtud de lo señalado, opino que se
sustituya el oneroso y estéril acto troperil, por un día de charlas y coloquios
sobre conceptos de "Patria, Patriotismo, Civismo, Educación",
y todo lo que haga más provechoso para el alumno (en el predio de la
institución, estableciendo premios estímulos). Así se ahorra quebrantos a
tantos padres de escuálido presupuesto familiar. (Basta de hitleriana amenaza: ¡quien
no desfila pierde puntos…!)
"Porque muchos jóvenes de ahora -
lamenta con sobrada razón el Prof. Secundino Núñez - ya no silban, ya no
cantan, ya no bailan nuestras músicas y canciones nativas. Toda la exuberante
efectividad propia de los jóvenes se nutre y se forma con valores artísticos
musicales de otros mundos culturales invasores. Desarraigados de la ecología
autóctona, nuestros jóvenes, afectivamente se han vuelto una colonia"
Por ello, cuando nuestros estudiantes
comprendan cabalmente el significado de lo que hacen y por qué lo hacen,
entonces, y sólo entonces, seré el primer regocijado que aplauda el paso esbelto
de los estudiantes, quienes con gallardía y amor de patria, desfilen en homenaje a a nuestros próceres.
El mero hecho de desfilar como "zombies",
o pasar "purete" (como muchos dicen), lejos de constituir
patriotismo, es inútil patrioterismo, ambicionado por hipócritas y mediocres.
Sabemos que a ciertas instituciones
educativas, a muchos padres y alumnos, este artículo no les resulte desechable
(lo reconocen sotto voce). Me congratulo con estas excepciones y abogo porque
cada día nos sumemos a esta insigne minoría, a la cual extiendo mis sinceros elogios.
Por último, como no poseo ni pretendo
capturar el monopolio de la verdad al emitir mis opiniones, tomo todos los
recaudos para señalar hechos sin juzgar conciencia alguna.
De modo que, si estoy equivocado,
manifiesto deseos que subsidien mi escasa instrucción, con algún comentario que
ayude a corregir la línea de mis pensamientos y me haga notar el error en
relación al tema abordado.
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