LA
CONCIENCIA CÍVICA
Justificadas o no, expresiones como "Se cambia para continuar igual o, todos son iguales nomás luego", es lo oído antes, durante y después de los comicios del domingo 22 pasado. Para un sector de la población, los sobrantes urbanos, la miseria, el hambre y la corrupción, seguirán, maquilladas con grandilocuentes explicaciones macroeconómicas.
Naturalmente, los satisfechos, esa casta
privilegiada de funcionarios públicos (de elevados salarios y groseras regalías),
tienen la visión, diametralmente opuesta al común de la fauna subhumana-desechada. Dicen,
basta mirar la inmensa cantidad de impresentables en lista sábana.
Ello demuestra, dirá mi maestro Secundino Núñez, “la
mucha dispersión y vaguedad de las ideas, así como el desconcierto de nuestros
juicios políticos. Eso es enteramente normal, en un momento de crisis y en el
seno de un pueblo, indigente de civismo y abatido por las penurias.
Pero urge hincar nuestra reflexión, deseando ver
claro en medio de tanta maraña. Y saber rescatar con mucho tino lo principal y
prioritario que hay que pensar, decidir y hacer en esta hora. Poner por delante
una carretillada de apremiantes necesidades, con mucho plagueo y maldiciones,
en nada o muy poco puede contribuir...
El sabio Aristóteles decía que “no se puede hacer cualquier cosa de cualquier cosa”. Lo que también decimos los paraguayos, y con igual puntería es, si a un tipo no le da el cuero, es inútil pedirle cosa fuera de su alcance.
Aventuremos, pues, el día de hoy nuestra reflexión en
señalar eso que es lo primero, presupuesto moral de la presente nueva política
que queremos iniciar.
1- Si el pueblo es el sujeto y ha de ser el protagonista de la acción sociopolítica liberadora, tenemos que ir al pueblo y tomarle el pulso; tenemos que calibrar sus energías cívicas y detectar sus hábitos viciosos de mbarete y pokarê, desidia y prebendarismo.
Porque sería grave error y miopía lamentable salir
diciendo que esta corrupción avasallante es cosa privativa del Partido
Colorado. Con mayor acierto hemos de decir que es la ciudadanía toda la que ha
de entrar en penitencia, recuperando su sano juicio y mostrando una nueva
conciencia cívica.
2- Error todavía más grave y más nefasto sería que
esta gran empresa de cambio sea solamente tarea de una mesa redonda concertada
donde se distribuyen o se prometen por cuotas partidarias cargos públicos y
pingües prebendas. Y eso por la sencilla razón de que nuestra dirigencia política,
en general, es acaso la fuerza cívica que más necesita de penitencia, sano
juicio y amor al prójimo.
Y al electo Marito le pedimos en voz alta, que ponga mucho ojo y prudencia, para que los nuevos mandamases no se erijan en “gerentes general del universo” y no le convierta mañana en pantalla y alcahuete de sus apetitos.
3- Lo primero, por consiguiente, es ir al
pueblo, a evangelizar su conciencia con verdad robusta y sincero amor de
patria. Hay que levantar los ánimos abatidos por el largo abandono y la
dura miseria.
Hay que sembrar esperanza y vigorizar los miembros
entumecidos. Hay que crear horizontes de nueva historia y dejar la vieja y
estéril conciencia política, viviendo a pleno pulmón los nuevos aires de
recuperación.
Sólo de este modo no vamos a caer en la insensata tentativa de querer hacer cualquier cosa de cualquier cosa o poner vino nuevo en hediondos odres viejos”. (cfr. Hacia una nueva conciencia cívica- Abccolor 06.01.07)
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